Fue a casa, y se reunió de nuevo tal multitud que no podían ni comer pan;
Se menciona una <<casa>> sin localización precisa y se alude (<<de nuevo>>) a la afluencia de gente a <<la casa>> de Cafarnaún (2,1.4), que era figura de <<la casa de Israel>> (2,1 lect.). Ahora, una vez constituido el nuevo Israel, representado por el grupo de <<los Doce>>, existe la nueva <<casa de Israel>>, por oposición a la antigua. No se menciona Cafarnaún, el escenario es Galilea, como en los últimos episodios de la sección anterior (2,23 Lect.). La precisión <<de nuevo>> indica que, como en Cafarnaún, también aquí la multitud es judía.
Se notará que Mc no emplea en esta ocasión el verbo <<congregarse>> (gr. synagomai), emparentado con <<sinagoga>> (1,33; 2,2), sino <<reunirse>> (gr. synerkhomai). Al principio, después de su actividad en la sinagoga (1,21b-28), los judíos de Cafarnaún habían visto en Jesús un reformista, líder de una institución paralela (1,33 Lect.; 2,2), pero, cuando Jesús les expuso el mensaje de la universalidad, lo habían aceptado (2,3-13). Ahora, después de la ruptura con la institución y de la constitución de los Doce, muchos judíos de Galilea (<<una multitud>>) comprenden que Jesús funda una realidad nueva, un nuevo Israel. Este desafío a la institución, en vez de alejarlos, los atrae; existe, pues, un gran descontento en el pueblo con el sistema religioso-político vigente. La multitud que acude a la casa muestra valentía, pues Jesús es ya un heterodoxo, muy mal visto por los letrados y fariseos que dominan la institución sinagogal (2,16.24; 3,6). Puede apreciarse que desee el primer episodio de la sinagoga (1,21b-28) se ha ido verificando en muchos una liberación progresiva del influjo de los círculos oficiales. Mucha gente desea libertad y espera encontrarla en esta nueva <<casa>>.
Ni Jesús ni los discípulos se oponen a la afluencia de la multitud; la <<casa>> del nuevo Israel no está cerrada, sino abierta a todos los israelitas (cf. 3,13: <<a los que él quería>>). El texto señala que mucha gente de Galilea simpatiza con la iniciativa de Jesús, pero no añade que lo sigan (cf. 2,15); de este modo, Mc matiza que esta adhesión multitudinaria es superficial y no se traduce en compromiso.
La expresión <<comer pan>>, equivalente de <<tomar alimento>>, se usaba como metáfora del estudio de la Ley, llamada <<alimento>> y <<pan>>. El propósito de Jesús al ir a la casa es, por tanto, que el Israel mesiánico que acaba de constituir penetre y asimile su mensaje, el significado de la convocación y el sentido universal de la misión; quiere comunicar con ellos para llevarlos a la plena adhesión (3,14: <<para que estuviesen con él>>), pero no puede por la presencia de la multitud.
El éxito popular impide al nuevo Israel (<<los Doce>>) profundizar en su adhesión a Jesús y en el sentido de la misión universal a que Jesús los destina.
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