Al llegar el mediodía, tinieblas cubrieron la tierra entera hasta media tarde.
Siguiendo el cómputo romano, la segunda hora que Mc señala con relación a la crucifixión (cf. 15,25: "media mañana", lit. "la hora tercia") es "la hora sexta", es decir, el mediodía. Al llegar esa hora, aparecen las tinieblas, sin que se mencione ningún agente externo de las mismas (no es Dios quien las envía). Que su sentido es simbólico se deduce de la imposibilidad de que en tiempo de Pascua, que era época de luna llena, se produjese tal fenómeno. En este momento de la pasión de Jesús, la alusión a dos textos del AT aclara el significado de las tinieblas.
En primer lugar, la hora que se señala, el mediodía (lit. "la hora sexta", alude a Am 8,9-10 (LXX): "Y sucederá aquel día, dice el Señor Dios, que el sol se pondrá a mediodía y que la luz se oscurecerá (gr. syskotasei) sobre la tierra (gr. epi tês gês) en [pleno] día. Convertiré vuestras fiestas en duelo, vuestros cantos en lamento; vestiré de sayal toda cintura y de calvicie toda cabeza, y haré de él como el duelo de un [hijo] bienamado (gr. agapêtou),y de los que están con él como un día de dolor.
El texto de Amós, cuyo contexto no es claro, no habla propiamente de un juicio, sino más bien de un castigo particular, que produce una enorme decepción: la fiesta se convierte en dolor y amargura. Según el estilo profético, la acción se atribuye a Dios, aunque, en realidad, se trata de acontecimientos históricos.
Este texto ofrece un significado para el de Mc. Ante todo, identifica el día de la crucifixión como "el día de Yahvé" ("aquel día"), y en él sucede un imprevisible contratiempo: el día deja de serlo y todo lo planeado de antemano resulta al revés; el gozo por el triunfo se transforma en duelo y lamento. Es decir, la muerte de Jesús, que sus enemigos habrían querido celebrar como una fiesta, no va a dar los frutos que ellos esperan. Estaban seguros de que, eliminando a Jesús y su denuncia de la opresión, el movimiento suscitado por él se extinguiría y que podrían continuar explotando al pueblo sin trabas. Las tinieblas indican todo lo contrario. Sus planes van a fracasar. Al mismo tiempo, advierten a los que han condenado a Jesús y, más en general, a todos los enemigos del hombre, que se han enfrentado con Dios.
El segundo indicio para la interpretación del texto de Mc es la duración de las tinieblas: "tres horas", es decir, de "la hora sexta" (el mediodía) a "la hora nona" (hasta media tarde), aludiendo a los tres días que duraron las que precedieron la salida de Egipto (Éx 10,22: "Una densa tiniebla cubrió toda la tierra de Egipto durante tres días"). Las tinieblas anuncian, pues, que, contra la expectativa de sus verdugos, la muerte de Jesús será liberación para los oprimidos. La acción de Jesús no acabará con su muerte, y su fruto, como se anunció en Mc 10,45 ("porque tampoco el Hijo del hombre ha venido para ser servido, sino para servir y para dar la vida en rescate por todos"), será la libertad ofrecida a todo el género humano: los esclavos o esclavizados podrán dejar de serlo.
La expresión la tierra entera tiene el sentido de universalidad que corresponde a la liberación que va a ser ofrecida.
Los dos significados de las tinieblas están íntimamente relacionados. La liberación o rescate que la muerte de Jesús ofrecerá al género humano va a tirar por tierra los planes de la amplia conspiración que se ha ido tramando para acabar con él: el éxito de los enemigos de Jesús y del ser humano se convertirá en fracaso, y el aparente fracaso de Jesús abrirá para la humanidad un horizonte de libertad y plenitud hasta entonces desconocido.
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