Mc 11,20
La maldición ha causado la muerte de la higuera (cf. 13,2: destrucción del templo); lo que no cumple su finalidad no tiene razón de existir (20). Por segunda vez, Pedro muestra su actitud llamando a Jesús Rabbí (cf. 9,5; Judas en 14,45), maestro que se atiene a la tradición del judaísmo, y le hace notar el poder de su palabra: podría aniquilar a sus enemigos sin necesidad de afrontar la muerte (cf. 2 Re 2,24; 9,25s.34-37); pero la ruina de la higuera/institución no se debe a la sola palabra de Jesús, sino a su denuncia y ruptura, que le acarreará la muerte (11,17s) (20-21). Tener fe, cf. 4,40, en contraste con el miedo; exhortación a no temer (2). También el discípulo debe romper radicalmente con la institución (el monte, el del templo u otro que simbolice un sistema legitimado por la presencia divina) y desear su desaparición (quítate de ahí y tírate al mar, cf. 5,13); su ruptura tendrá eficacia si no vacila, pues, como en el caso de Jesús, la institución se propondrá suprimir a los que rompen con ella (23). Explica el «tener fe en Dios» (cf. v. 22): la fuerza de Dios, a disposición del discípulo, para afrontar las consecuencias de su ruptura (24). Condición: no sentir hostilidad contra los hombres: la ruptura no se hace por odio a los opresores, sino para evitar que continúe la opresión. Exclusión de todo espíritu de violencia (25). Algunos mss. añaden el v. 26, tomado de Mt 6,15.
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