Mc 14,3a
La mujer y los que protestan de su acción representan dos actitudes dentro de la comunidad de Jesús ante su muerte inminente. La mujer es figura del perfecto seguidor, que responde a la muerte de Jesús con su disposición a dar la vida como él (cumplir su mandamiento, 13,34.37). Simbolismo nupcial: el perfume de nardo, símbolo del amor de la esposa (Cant 1,12; cf. Mc 2,19.20: el novio/esposo); quebrar el frasco, amor dispuesto a dar la vida (8,34s); este amor de los seguidores unge la cabeza de Jesús, es decir, reconoce y confirma su realeza, que va a ser proclamada en la cruz (15,26); los verdaderos seguidores son los que aceptan como rey a Jesús crucificado. Contraste con la escena de Getsemaní (14,32-42) (2-3). Los que niegan valor al gesto de la mujer, lo niegan a la muerte de Jesús: malgastar gr. apóleia, en relación con el «perder la vida» que entra en el compromiso del seguidor (8,35). Los que riñen a la mujer ven en la muerte sólo un caso; mantienen la distancia entre ellos y los pobres. Precio del perfume: interpretan mal una frase anterior de Jesús (10,21), como si la limosna fuese el remedio de la pobreza; dispuestos a dar cosas, pero no su persona; la verdadera ayuda a los pobres está en la entrega por ellos hasta el fin (10,45: «rescate») (4-5). Jesús defiende a la mujer. La comunidad tendrá siempre a los pobres con ella y podrá ayudarles comparo tiendo con ellos (cf. 6,37ss; 8,5ss), pero Jesús espera una respuesta de los suyos antes de su muerte (6-7). El amor de la mujer, semejante al de Jesús, asegura la incorruptibilidad de éste, su presencia en la comunidad después de su muerte. Único homenaje digno de la muerte de Jesús (8). Tal calidad de seguimiento es parte de la buena noticia. Misión universal (9).
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