sábado, 30 de marzo de 2024

Mc 10,17-22

 

Mc 10,17

La riqueza, obstáculo para seguir a Jesús. Un hombre angustiado busca solución para el problema crucial: superar la muerte. Reconoce en Jesús un saber superior (Maestro insigne) (17). En este asunto, los judíos han tenido al mejor de los maestros, Dios (18). Condición mínima para obtener vida definitiva: no ser personalmente injusto. De los diez mandamientos, Jesús omite los tres primeros, cita solamente los éticos, los que se refieren al prójimo. Mc añade no defraudes, no privar a otro de lo que se le debe. Invierte el orden (el cuarto, al final): la obligación para con la familia no exime de la obligación para con la humanidad (19). Fidelidad de aquel hombre (20). Le demostró su amor invitándolo a incorporarse al grupo de discípulos; una cosa te falta: acoger el reinado de Dios como un chiquillo (10,15), abandonando la riqueza (8,34: «reniegue de sí mismo») para hacerse último y servidor de todos (9,35). Aunque personalmente no es injusto, está implicado, por su riqueza, en la injusticia de la sociedad. Para construir el reino de Dios (la sociedad nueva) no basta ser justo personalmente, hay que eliminar la base de la injusticia, la desigualdad y la dependencia creadas por la acumulación de riqueza. Dar a los pobres, sin esperanza de recuperarlo; tendrás en Dios tu riqueza (lit. «tendrás un tesoro en el cielo») se refiere a 1 O, 14: «tienen a Dios por rey»: renunciando a la seguridad del capital se obtiene la que procura el cuidado de Dios por los suyos. El hombre, atado por su apego a la riqueza (22).

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