miércoles, 12 de junio de 2024

Mc 13,24-27

 

Mc 13,24a

Segunda unidad (24-27): se describe el proceso liberador en la historia después de la caída de Jerusalén. Continúan «los dolores» del parto (13,7) de la humanidad nueva. La conmoción cósmica, recurso literario de los profetas para indicar la caída de un poder opresor, que produce un viraje en la historia (Is  13, Babilonia; 34, Edom; Jr 4,20-23; Ez 32,7s, Egipto; JI 2,10; 3,4; 4,15; Am 8,9). Sol y luna, las divinidades paganas (Dt 4,19s; 17,3; Jr 8,2; Ez 8,16): los valores representados por ellas pierden su brillo (24); los poderes políticos opresores del hombre legitimados por ellas, que se atribuían dignidad divina (estrellas, cf. Is 14,12-14; 24,21; Dn 8,10; potencias que están en el cielo, opuestas «al Padre que está en el cielo», 11,25) van vacilando y cayendo (25). Llegada iterada del Hombre a lo largo la historia (la primera vez la ruina de Jerusalén, 14,62): cada caída de un poder opresor es un triunfo del Hombre, percibido por los mismos opresores (14,62); entre nubes, verdadera condición divina, la del Hombre; la llegada equivale a la de Dios mismo (Sal 89/88,7; 68/67,34); potencia, fuerza que da vida (12,24;14,62); gloria, realeza, la del Padre (8,38) (26). Reúne (cf. 4,29) a sus elegidos (por oposición a los de la antigua alianza, vv.20.22), los que «han resistido hasta el fin» (13,13; cf. 10,38s) en la misión, el nueva pueblo (12,9.10s) o nueva humanidad, de origen judío o pagano (los cuatro vientos, cf. Dt 28,64; 30,4), para integrarlos en la comunidad definitiva, «el fin» (13,7.13: «se salvará»), el reino de Dios y del Hombre (27).

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