Mc 12,1
Sin interrupción, la parábola, tomando pie de Is 5,1-7. Continúa la infidelidad histórica de los dirigentes de Israel. La viña, símbolo del pueblo elegido (Sal 80,9ss); 70S labradores, los dirigentes (1); el envío de los siervos, el de los profetas; el fruto, la justicia y el derecho (Is 5,7) (cf. 12,31: el amor al prójimo como a sí mismo). Con la opresión que ejercen, los dirigentes crean una sociedad injusta y explotan al pueblo en propio provecho (cf. 11,17) (2-5). El enviado final y decisivo es el Hijo amado (cf. 1,11; 9,7), el Mesías; se proponen suprimirlo para excluir toda posibilidad de liberación del pueblo y perpetuar su explotación (6-8). El asesinato del Hijo provocará la destrucción de Israel como nación y de sus instituciones; la elección y el reinado de Dios pasarán a los pueblos paganos (9). Confirma lo anterior con la cita del Sal 118,22s: metáfora de la construcción: al desechar ellos al Mesías, Dios se formará un nuevo pueblo (10-11). Miedo de los dirigentes a la multitud (12).
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