jueves, 8 de agosto de 2024

Mc 15,21

 Forzaron a uno que iba de paso, un tal Simón de Cirene, el padre de Alejandro y de Rufo, que llegaba de un caserío, a cargar con su cruz.

Los soldados, usando de su derecho como fuerzas de ocupación, podían obligar a cualquier individuo del país a prestar ciertos servicios necesarios para el Estado.

El verbo inicial (forzaron) se encuentra en presente histórico (lit.: "fuerzan"), continuando la línea de los anteriores, aplicados a Jesús (15,17: "revisten"; "ciñen"; 15,20: "lo sacan para crucificarlo"). Siendo el único verbo principal del período, sitúa el pasaje entero en un doble plano temporal: por la lógica narrativa, en el contemporáneo de Jesús (pasado) y, por el uso del presente histórico, en el contemporáneo del evangelista (actualizado). El análisis de los incisos siguientes mostrará que es el plano actualizado el que da la clave de lectura del pasaje. En esta perspectiva, el reclutamiento forzoso que hacen los soldados prolonga la línea de violencia ejercida con Jesús.

El verbo "ir de paso" (gr. paragô) ha aparecido dos veces en Mc. La primera, cuando Jesús llamó a los pescadores. "Yendo de paso junto al mar de Galilea vio a cierto Simón y a Andrés, el hermano de Simón, ... y les dijo: <<Veníos detrás de mí>>..." (1,16). La segunda vez, cuando llamó a un excluido de Israel: "Yendo de paso vio a Leví de Alfeo... y lo llamó..." (2,14. En el caso de Jesús, por tanto, "ir de paso" era la ocasión de llamar a algunos al grupo de sus seguidores. Cuando el verbo, como esta tercera y última vez, tiene por sujeto a otro individuo, se deduce que éste está ejerciendo la misión; es decir, es un seguidor de Jesús que está ganando gente para que formen parte de la comunidad cristiana.

Al introducir al individuo como un tal Simón, Mc señala que el personaje no es conocido. Simón es nombre griego frecuente, pero muy usado por judíos desde el tiempo de los Macabeos; los que se llamaban Simeón, solían adoptarlo. Este hombre, sin duda judío, como se verá más adelante, era oriundo de Cirene, capital del distrito norteafricano de Cirenaica, donde residía una numerosa comunidad judía, la segunda después de Roma. Desde tiempos de Sila, los judíos formaban la cuarta parte de la población de la ciudad. Los de Cirene tenían una sinagoga en Jerusalén (Hch 6,9).

Como procedente de la diáspora, Simón, un judío helenista, no comparte la mentalidad cerrada de los que han nacido y viven en Palestina. Por otra parte, el hecho de ser un desconocido y el que "cargue con la cruz" (cf. 8,34) insinúa que es figura representativa del grupo de seguidores de Jesús que no proceden del judaísmo.

Simón llegaba de un caserío (gr. ap´agrou), expresión que también alude a un pasaje anterior del evangelio. En efecto, después de la segunda travesía del lago, Jesús, en la comarca de Genesaret, "entraba en aldeas, pueblos y caseríos (gr. eis agrous)" donde comunicaba vida a los que se ponían en contacto con él (6,56 ect.). La semejanza de construcción gramatical pone a nuestro pasaje en relación con aquél: Jesús entraba "en los caseríos" llevando adelante su misión, Simón llega de un caserío donde la ha ejercido. Este dato complementa el sentido de la expresión "ir de paso" como ejercicio de la misión. Nótese que el campo de labor de Simón es el núcleo de población más pequeño (caserío) de los que se citan para el de Jesús.

Intercala Mc otro inciso, presentando a este Simón como el padre de Alejandro y Rufo. Alejandro es nombre griego; Rufo, latino. Ninguno de los dos lleva artículo, luego no se refieren a personas conocidas ni, en consecuencia, ayudan a identificar a Simón. Hay que preguntarse por qué Mc ha insertado esta noticia aparentemente superflua. La clave puede encontrarse, por una parte, en la insistencia de Mc sobre la actividad misionera de Simón (iba de paso; llegaba de un caserío); por otra, en la indeterminación de los nombres, que no volverán a ser mencionados, y que los vacía de toda conexión con la realidad histórica. En el plano temporal actualizado que domina la perícopa, ambos nombres adquieren así el rango de figuras representativas de grupos cristianos. Ser el padre de Alejandro y Rufo significa, pues, que en tiempos de Mc, los seguidores como Simón, en su tarea misionera, ha dado existencia (padre) a comunidades cristianas dentro de las dos grandes culturas del tiempo: la griega y la latina.

Este significado confirma la idea de que Simón es presentado aquí como judío. De este modo, con los tres nombres (hebreo, griego y latino) se indica la universalidad de la proclamación del mensaje de Jesús (cf. 13,10); al mismo tiempo, se subraya que el cristianismo empieza su propagación universal por obra de judíos no palestinenses fieles a Jesús.

Sólo después de haber notado la actividad misionera de Simón (que iba de paso), su reciente actuación (que llegaba de un caserío) y su fruto ya existente (padre de Alejandro y de Rufo), añade el texto que lo forzaron a cargar con su cruz. En el plano temporal actualizado en que se sitúa la perícopa, esto significa que es la actividad misionera de los seguidores de Jesús la que suscita la irritación de los poderes paganos y la persecución por parte de ellos.

El posesivo su [cruz] (gr. autou) es ambiguo, pues puede referirse a Jesús y a Simón. Una ambigüedad semejante se encontró, en 2,15, a propósito de "la casa" ("su casa"), que podía ser de Leví o de Jesús (cf. Lect.). Como en aquel caso, la ambigüedad es intencionada: señala que la cruz del discípulo no se distingue de la de Jesús.

De este modo, el evangelista presenta a Simón cumpliendo la segunda condición para el seguimiento de Jesús: "El que quiera venirse conmigo..., que cargue con su cruz y entonces me siga" (8,34), es decir, que asuma por anticipado que el sistema o institución dominante le será hostil (cf. Lect.). La frase que aparece aquí es exactamente la misma. La cruz le viene impuesta a Simón; se le fuerza a "cargar con ella". Es el momento en que la sociedad demuestra su hostilidad y el compromiso inicial del seguidor se convierte en una dolorosa realidad que hay que aceptar.

Mc presenta así en Simón un prototipo de seguidor de Jesús y de la hostilidad o persecución de las comunidades cristianas por parte del imperio romano.

Simón de Cirene lleva el mismo nombre que Pedro (Simón: 1,16.29.36; 3,16; 14,37; Simeón: Hch 15,14; 2Pe 1,1), y Mc contrapone las dos figuras. Después del juicio de Jesús ante el tribunal judío y su escarnio por parte de los sanedritas (14,55-65), presenta la figura de Pedro, el discípulo que no comprende ni acepta la muerte de Jesús y lo niega tres veces (14,66-72). En paralelo, después del juicio de Jesús ante el tribunal pagano y su escarnio por parte de los soldados (15,2-20=, inserta la mención de Simón de Cirene, el seguidor que acepta la muerte de Jesús y carga con la cruz, dispuesto a llegar, como él, hasta el final.

Simón es así la figura masculina, en paralelo con la femenina de la mujer del perfume (14,3), que representa en el relato de la Pasión a los verdaderos seguidores de Jesús.

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El fracaso del proyecto de Jesús sobre los Doce con la traición de Judas (14,10), la huida de todos en Getsemaní (14,50) y las negaciones de Pedro (14,66-72) parecía haber cerrado el porvenir de la misión cristiana. Por eso Mc inserta en este momento la figura de Simón, que representa a los seguidores de Jesús no procedentes del judaísmo. Son ellos los que propagan el mensaje en el mundo entero. Tal es la perspectiva cuando Marcos escribe su evangelio.

LA BIBLIA

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