Mc 15,34
Media tarde, lit. «la hora nona». La muerte. Grito de Jesús (Sal 22,2); se renueva su dolor de Getsemaní: el pueblo judío ve en su muerte un fracaso (15,29-32); no descubre en ella la revelación de Dios y va a la ruina. Dios mío, confianza plena (14,36: Abba); Dios ha respetado la libertad de los hombres y éstos no lo reconocen en su debilidad (33-34). Los presentes interpretan mal el grito o se burlan de Jesús; según la doctrina de los letrados (9,11), Elías debía preceder al Mesías y preparar su triunfo; ven o pretenden ver en el grito de Jesús la confesión de su fracaso y el deseo de ser liberado del suplicio. El vinagre, expresión del odio (Sal 69/68,22) (35-36). Nuevo grito de Jesús: la voz y la efusión del Espíritu (verbo expirar, gr. exepneusen), como en el bautismo (1,10s); ahora proceden de Jesús para la humanidad entera (37). La cortina del santuario = la humanidad de Jesús (cf. 14,58: el santuario no hecho por hombres): al morir deja patente (se rasgó, cf. 1,10: «rasgarse el cielo») a Dios en el Hombre (de arriba abajo) (38); el centurión, representante del mundo pagano, descubre a Dios en la muerte de Jesús; Hijo de Dios, cf. 1,1 (39). Las tres mujeres (primera mención en Mc) miran desde lejos (cf. 14,54, de Pedro): no se identifican con la muerte de Jesús. Los hijos de esta María (que no es la madre de Jesús), han sido mencionados en 6,3 como «hermanos» de Jesús. Otras mujeres presentes, pero no los discípulos (40-41).
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