Estuvo en el desierto cuarenta días, tentado por Satanás; estaba entre las fieras y los ángeles le prestaban servicio.
El número <<cuarenta>> (<<cuarenta días>>) es frecuente en el AT para designar un período de tiempo en el que persiste una situación homogénea (paz, reinado, etc.) y se calcula (en años) como la duración de una generación. Sin embargo, el número cuarenta alude sobre todo a los cuarenta años que duró el éxodo de Egipto hasta llegar a la tierra prometida. En el contexto de éxodo que crea la mención del desierto, los <<cuarenta días>> se convierten en figura de la duración de la vida y actividad de Jesús hasta su muerte-resurrección.
A continuación expresa Mc las condiciones en que va a desarrollarse esa actividad. En primer lugar, a lo largo de toda su vida pública, Jesús va a ser tentado, es decir, va a ser incitado a desviarse de su línea mesiánica, del compromiso expresado en su bautismo.
<<Satanás>> es un término hebreo que, en su origen, significa principalmente el adversario o contrincante que acusa en un juicio. De ahí pasa a significar un miembro de la corte celeste que acusa al hombre ante Dios. Más tarde, en tiempo de Jesús, separado ya de la corte celeste, se pensaba que <<Satanás>> era un espíritu enemigo del hombre, que procura su ruina y quiere destruir la obra de Dios.
Dentro de la sociedad judía, figurada por <<el desierto>>, <<Satanás>>, que tienta a Jesús, representa un agente que va a inducirlo continuamente a traicionar su compromiso. Sin embargo, en todo el relato evangélico, la figura de Satanás no vuelve a aparecer en contacto con Jesús. Esto indica que, como <<el desierto>>, <<Satanás>> es un término figurado, en este caso una personificación., Mc utiliza la figura conocida del Enemigo del hombre, dándole un nuevo contenido.
El desierto era tradicionalmente el lugar de los agitadores con pretensiones mesiánicas. La tentación típica del desierto es la del cabecilla que alista secuaces con la intención de conquistar el poder, derrotando a los que lo detentan. La tentación pretende, por tanto, inducir a Jesús a adoptar un mesianismo de violencia, contrario al designio de Dios, cuyo objetivo fuese la conquista del poder político, renunciando a su compromiso anterior ,que excluía el dominio y el triunfo terreno y lo llevaba a la entrega de su vida. <<Satanás>> representa así la ideología del poder, que hace de éste un valor supremo e incita a la ambición de dominio. En el texto evangélico este Satanás/ideología estará encarnado en hombres o en instituciones (cf. 1,24.34.37; 3,11s; 8,11.32s [Pedro]; 10,2; 11,9s; 12,15).
La permanencia de Jesús en el desierto es figura de la inalterabilidad de su ruptura con los valores de la sociedad. Su inactividad en esta escena se opone precisamente a la actividad sediciosa y guerrera de los cabecillas que se retiraban al desierto para empezar allí la rebelión. Su inmunidad a la tentación muestra que en su vida pública no va a secundar la ideología zelota ni va a hacerse líder de masas para comenzar un alzamiento con la fuerza.
Otros habitantes del <<desierto>> son <<las fieras>>. La determinación indica que no se trata de fieras cualquiera, sino de fieras conocidas por el lector. Se descubre una alusión a Dn 7, donde las fieras son figuras de imperios paganos, de poderes políticos dominadores y crueles. Cambiando el sentido de Daniel, como lo hará con otros textos, Marcos instala estos poderes destructores dentro de la sociedad judía (<<el desierto>>). <<Las fieras>> representan, por tanto, la amenaza que son para Jesús ciertos círculos de poder existentes a su alrededor.
Aparecen así <<las fieras>> como un complemento de <<Satanás>>. Éste es figura del poder como ideología; por eso su actividad, <<tentar>>, se dirige al interior del hombre y se ejerce en la línea de la persuasión; estará representado por los partidarios del poder, que tratarán de atraer a Jesús a esa ideología o le ofrecerán la oportunidad de hacerse líder político. <<Las fieras>>, en cambio, son figura de los poderes opresores, religiosos y políticos; éstos actúan desde el exterior del hombre, ejercen la violencia física y darán muerte a Jesús.
Finalmente, en el desierto hay también <<ángeles>>. En 1,2, el <<ángel/mensajero>> era un figura que se verificaba históricamente en Juan Bautista (1,4), lo que muestra que en Mc <<ángel>> no designa necesariamente seres espirituales, sino que puede designar a hombres. Igual que sucede con Satanás, nunca aparecen ángeles en contacto con Jesús durante su vida pública. Estando situados estos <<ángeles>>, como lo están <<Satanás>> y <<las fieras>> en la sociedad en que se encuentra Jesús (<<el desierto>>), representan un grupo humano determinado (<<los ángeles>>).
La función de estos individuos/ángeles es colaborar con Jesús. De hecho, el verbo <<servir/prestar servicio>> admite una variada gama de matices, desde <<servir la mesa>>, aquí excluido, porque Jesús no ayuna ni hay alusión alguna al alimento, hasta <<colaborar/ayudar>>. <<Los ángeles>> representan, pues, a los que, por adhesión a Jesús, le ayudan en su tarea y colaboran con su misión. Como la del tentador, su actividad es continua.
En resumen: La descripción del desierto propone el escenario donde Jesús va a ejercer su actividad. Va a encontrarse en una sociedad en la que se intentará incesantemente persuadirlo a abandonar su compromiso y convertirse en un líder político que pretenda conquistar el poder (<<Satanás>>); la tentación será ineficaz. Al lado de esto, existe a su alrededor una actitud peligrosamente hostil, la de los poderes, enemigos acérrimos de su programa, que acabarán dándole muerte (<<las fieras>>); pero, al mismo tiempo, encontrará un grupo de hombres que le den su adhesión y le ayuden en su actividad (<<los ángeles>>).
La escena termina sin mencionar que Jesús salga del desierto. Es más, la siguiente no comenzará con un verbo que indique la vuelta de Jesús a Galilea; dirá simplemente <<llegó>>. Jesús no saldrá de este <<desierto>> sino con su muerte.
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