Jesús les dijo: Veníos detrás de mí y os haré pescadores de hombres>>.
Se menciona a Jesús por su nombre, indicando la importancia de lo que va a decir y conectándolo con la mención anterior del nombre (1,14), que acompañaba su llegada a Galilea y la proclamación de la buena noticia de la cercanía del Reino.
La visión de estos dos hombres desconocidos, los primeros con quienes se encuentra Jesús, da pie a la invitación; siendo el encuentro casual, ésta no responde a alguna cualidad particular que Jesús haya descubierto en ellos ni tiene carácter selectivo. Los invita sin entablar un diálogo previo. Lo único que ha visto en ellos es su actividad de pescadores, que es figura de su descontento con la situación. La llamada de Israel empieza, por tanto, con la invitación hecha a los círculos más inquietos, a los que experimentan el deseo de cambio.
Jesús no pone condiciones de ningún género. En realidad, su llamada se dirige a todo israelita disconforme con la injusticia (1,5.15) y supone conocida la proclamación anterior en Galilea (1,14s). Breve y directa, su llamada responde a la urgencia del momento: <<Se ha terminado el plazo. Está cerca el reinado de Dios>> (1,15).
La invitación <<Veníos detrás de mí>> muestra que Jesús se hace pionero de un movimiento y que desea que otros se sumen a él. Los que la acepten tendrán que dejar su actividad normal para empezar una nueva forma de vida; la aceptación supone la plena confianza en Jesús y la adhesión a su persona y programa. Para ir detrás suya, él tiene que ir abriendo el camino, que, implícitamente, aparece como nuevo.
No invita Jesús a ser fiel a un código legal o a una doctrina, sino a dar adhesión a su persona. Esta invitación a seguirlo es la propia de un profeta.
De hecho, el texto de la invitación alude a 1/3 Re 19,20: la repetición en Mc de la expresión <<detrás de mí/de él>> (1,17.20) y la mención del padre de Santiago y Juan (1,20), así como el verbo <<seguir>> (1,18), remiten a la llamada de Eliseo por parte de Elías para que continúe su misión profética. Marcos construye, pues, esta escena sobre el esquema de la llamada profética. Según esta alusión, Jesús llama a las dos parejas de hermanos, es decir, a Israel, a ser continuadores de su misión, participando de su Espíritu (cf. 1,8: <<él os bautizará con Espíritu Santo>>).
Como Elías era en el judaísmo el prototipo del reformismo violento (Eclo 48,1.3.9: <<el profeta de fuego>>), la llamada de Jesús podía ser interpretada por Simón y Andrés como la invitación a sumarse a un programa de ese estilo. La finalidad de la llamada corregirá el posible equívoco.
La finalidad de la llamada es hacer de los antiguos pescadores <<pescadores de hombres>>. La pesca ordinaria saca a los peces de su medio natural para apropiárselos, produciéndoles la muerte; se explica con esto el sentido figurado de conquista violenta que tiene la pesca en los textos proféticos. La pesca que propone Jesús, en cambio, conforme a su programa (1,8)), pretende sacar a los hombres de un medio que los hace morir (el agua) para darles vida.
Pero la mención de los <<pescadores pescando>> alude a otro texto profético, el de Ez 47,1-12, el único en el que la pesca no tiene sentido de conquista militar. El profeta describe cómo del atrio del templo renovado saldrá un manantial que irá convirtiéndose en un río caudaloso (47,1-3) <<que fluye hacia Galilea oriental>> (47,8 LXX) y seguirá hasta Arabia y el mar. Sus aguas llevarán vida. Contendrá una <<enorme muchedumbre de peces>> y <<allí se pondrán pescadores a pescar>> (47,10 LXX). Este pasaje, que habla del futuro templo en el que habitará la gloria de Dios, implica que la existencia de este templo purificado (que supone la reforma de las instituciones) asegurará el alimento abundante para el pueblo, es decir, la vida y la prosperidad de Israel. El profeta da pie a las aspiraciones de los círculos reformistas judíos.
Mc cambia la imagen del profeta: no son peces lo que hay en el río, sino hombres, y la pesca no se hace en favor de los pescadores, sino de los hombres <<pescados>>. Al cambiar el sentido de la imagen, muestra que para Israel y para los demás hombres la vida no es efecto de un templo restaurado, es decir, de una renovación de la institución religiosa; por el contrario, hay que sacar a todos del influjo de esa institución (la corriente de agua que tiene su origen en el templo) para que tengan vida.
En boca de Jesús, la expresión no tiene, pues, acento guerrero, sino de captación y comunicación de vida, mediante una misión universal que no dependerá de la institución judía ni se realizará según las expectativas reformistas del judaísmo.
La pesca que propone Jesús pretende dar vida también a los pueblos paganos. AL designar como <<hombres>> (en vez de <<hijos de Israel>>) el objeto de la pesca, señala la universalidad de la futura labor. Jesús no se propone formar un círculo cerrado ni limitar el alcance de su mensaje a la nación judía, quiere atraer un número indefinido de individuos de todo pueblo. Abre un horizonte universal al reinado de Dios.
La única condición para llegar a ser pescadores de hombres es el seguimiento (<<veníos detrás de mí>>). Jesús mismo capacitará a sus seguidores para ejercer la misión (<<os haré>>), mediante la comunicación de su Espíritu, como lo ha indicado antes la alusión a Elías y Eliseo.
Sin esta capacitación no puede llevarse a cabo la misión que Jesús propone. Para realizar la tarea a que los llama, Simón y Andrés tendrán que ir renunciando a sus antiguos ideales nacionalistas y reformistas, dejándose transformar por Jesús.
Al exigir el seguimiento como única condición, la llamada de Jesús no es, por tanto, una invitación particular hecha a Simón y Andrés, sino que está abierta a todo Israel. Al mismo tiempo, representa el paradigma de toda llamada: siempre que Jesús invite a seguirlo abrirá el horizonte de la futura misión. Seguimiento y misión son inseparables.
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