Curó a muchos que se encontraban mal con diversas enfermedades y expulsó muchos demonios; a y los demonios no les permitía decir que sabían quién era.
Por primera vez aparece Jesús curando a una multitud de enfermos. La diferencia entre los <<todos>> que le llevan y los <<muchos>> que cura no significa que Jesús haga una selección, solamente subraya el gran número de los curados y liberados. Mc describe así la situación de la ciudad: en ella abundan la opresión social y el fanatismo religioso-político.
Jesús cura y libera sin poner condiciones. <<Curar>> equivale a procurar remedio en el ámbito de la vida física. No incluye una solución radical, la alternativa del Reino, la salvación definitiva, sino un alivio de la situación sin salir del sistema, una restitución de libertad. Aunque aún no sea posible el Reino, debido a la falta de ruptura con los valores injustos de la institución, Jesús no se desentiende del dolor de los hombres. No describe Mc cómo cura Jesús, centra su interés en el acto y en el resultado.
<<Encontrarse mal>> incluye todo lo que aminora la vida o conduce a la muerte. Jesús elimina toda clase de impedimentos, tanto de origen social como de origen físico, a la plenitud y el bienestar del hombre. De ahí la precisión de Mc: <<de diversas/variadas enfermedades>>. Muestra con ello que las enfermedades y alienaciones no proceden de Dios ni son voluntad suya, sino contrarias a su designio; el reinado de Dios es una fuerza que tiende a restituir a todo hombre su integridad y a eliminar su infelicidad.
Los endemoniados buscan tentar a Jesús, como lo había hecho el poseído de la sinagoga. La frase <<no les permitía>> indica que todo el tiempo que duran las expulsiones hay una tentativa constante por parte de los endemoniados, que representan la parte más fanática de los adictos a los principios de la institución judía. Su número muestra que está muy viva la expectativa popular de que Jesús se haga líder de masas. Como en el caso del poseído (1,25), Jesús les prohíbe hablar y los expulsa; sigue rechazando el mesianismo nacionalista.
La alusión al episodio de la sinagoga es clara: los demonios intentan decir lo mismo que había dicho el espíritu inmundo: <<Sé quién eres tú>> (cf. 1,24). Intentan, por tanto, identificar a Jesús con <<el Consagrado por Dios>>, el mesías de la expectación popular y de la doctrina oficial. Jesús no permite que su identidad de Mesías sea mal interpretada ni acepta el papel que intentan atribuirle, aunque, si lo aceptase, arrastraría a la población de Cafarnaún.
La actividad de Jesús en Cafarnaún ha terminado en un fracaso. La masa del pueblo está con él, pero no entiende el reino de Dios como una alternativa.
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