en consecuencia, Jesús no podía ya entrar manifiestamente en ninguna ciudad; se quedaba fuera, en despoblado, pero acudían a él de todas partes.
El mensaje anunciado por el antes leproso acarrea como consecuencia la marginación de Jesús mismo. Afirmar que Dios acepta a los que la religión excluye sacude la autocomplacencia de los observantes, que imponen su criterio en las ciudades donde hay sinagoga. Para éstos, Jesús, que no reconoce la validez de lo puro e impuro, que trata con un leproso, es un impuro él mismo, marginado de la sociedad. Jesús sabía el descrédito al que se exponía, pero lo afronta sin vacilar. Empezando por Israel, había llegado el momento de mostrar el rasgo fundamental del reinado de Dios: su universalidad, que traduce el amor universal de Dios por los hombres.
El que elimina la lepra, es decir, saca de la marginación, se ha convertido en un impuro para la Ley, en un marginado para la religión y la sociedad. Por eso Jesús no puede entrar abiertamente en ninguna población importante; se queda fuera, en despoblado, como un leproso. Sin embargo, no se estaciona en ningún lugar determinado, sino que continúa su recorrido por Galilea.
La expresión <<en despoblado>> (<<en lugares desiertos>>) ha aparecido en 1,35, indicando el lugar donde oraba Jesús. Está en relación con <<el desierto>> (1,12s), que significaba el lugar de su éxodo, su ruptura con los valores de la sociedad judía. Por la proclamación del ex leproso, la ruptura se ha hecho manifiesta. Jesús empieza a mostrar su incompatibilidad con el sistema judío.
Se produce, sin embargo, una consecuencia inesperada: acude a Jesús gente de todas partes. No se indica que sean leprosos, lo que muestra que el hecho físico de la lepra no constituye el punto central del episodio. El uso del mismo verbo utilizado antes para el leproso (v. 39: <<acudió a él>>; v. 45b: <<acudían a él>>) hace ver que también estos innominados son marginados por la sociedad judía. La afluencia, que es mayor que nunca (<<de todas partes>>), es una respuesta al mensaje proclamado por el antes leproso. Los que acuden no piden curaciones ni enseñanza: muestran su adhesión a Jesús, el que pone fin a la discriminación entre puros e impuros y afirma el amor universal de Dios. La marginación que sufre Jesús les asegura que está con ellos.
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