Salió esta vez a la orilla del mar. Toda la multitud fue acudiendo adonde estaba él, y se puso a enseñarles.
Jesús no se detiene en la reunión mientras la gente expresa su asombro. Sale de Cafarnaún como hizo después del primer entusiasmo popular (1,35), pero esta vez no se va <<a despoblado>>, pues no ha habido reacción contraria a su mensaje. Se dirige <<a la orilla del mar>>, dando la posibilidad de reunirse de nuevo con él.
Como se ha visto antes (1,16 Lect.), <<el mar>> es el camino hacia el territorio pagano; <<salir en dirección al mar>>, como hace Jesús, equivale a insistir en la universalidad expresada en el mensaje; acudir a Jesús, que se sitúa <<a la orilla del mar>>, será señal de que los que estaban <<en la casa>> aceptan la universalidad de la salvación propuesta bajo la figura de la curación del paralítico. Ir a la orilla del mar inicia el éxodo fuera del exclusivismo judío. Nótese que ya no se habla de <<el mar de Galilea>> (1,16), sino sencillamente de <<el mar>>, acentuando su valor figurado.
Ya no <<se congregan>> donde está Jesús, como al principio (2,2), cuando todavía profesaban la ideología del judaísmo; es decir, ya no ven en él al renovador de <<la casa de Israel>>. Ahora, en vez de <<congregarse>>, <<van acudiendo>> adonde está él. Otros habían acudido a Jesús cuando éste, después de la curación del leproso, tenía que quedarse en descampado; mostraban así su rechazo de los principios discriminadores de la sociedad judía (1,45b). Ahora, esta multitud, al acudir a la orilla del mar, muestra su aceptación de la universalidad y su actitud favorable hacia los paganos; dan así un paso más en contra de la discriminación: no la rechazan solamente dentro de Israel, sino también respecto al resto de la humanidad.
Jesús reanuda su enseñanza, interrumpida en la sinagoga de Cafarnaún (1,21b-28). Una vez que el mensaje universalista ha sido aceptado, puede apoyarlo de nuevo con textos del AT, sin temor a equívocos. La doctrina oficial, que proponía el nacionalismo exclusivista, ignoraba los textos universalistas de la Escritura, afirmando, en cambio, la supremacía de Israel y el rechazo de Dios a los paganos.
El mensaje propuesto por Jesús es revolucionario para la teología del judaísmo: en síntesis, afirma que Dios, al invitar a su Reino, no tiene en cuenta la pertenencia de los hombres a una u otra religión ni se basa en su conducta moral. Él quiere salvar a todos los pueblos, sin obligarlos a abrazar la religión judía, hasta entonces la única que reconocía al Dios verdadero. Todos, judíos y paganos, están al mismo nivel ante el reinado de Dios: todos han de romper con su pasado de injusticia para dar la adhesión a Jesús y recibir vida. Israel tiene solamente una precedencia cronológica en el conocimiento del mensaje. No se trata de una preferencia arbitraria: Israel era el único pueblo que a lo largo de su historia había tenido experiencia del Dios verdadero y de su amor por los hombres; era por ello el más preparado para recibir el mensaje de Jesús.
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