... y le dijo: <<Sígueme>>. Él se levantó y lo siguió.
Con su invitación abre Jesús una nueva y decisiva brecha en la discriminación religiosa y social. En la primera llamada había invitado a pescadores, hombres de buena reputación. Ahora, en cambio, después que la multitud de <<la casa de Israel>> ha escuchado y aceptado su mensaje universalista (2,1-13), invita sin vacilar a un hombre de pésima reputación, a un indeseable excluido de la alianza. Jesús no reconoce la validez a las barreras levantadas en nombre de Dios o de la opinión pública.
Leví, prototipo de los <<pecadores>> o <<impuros>> que están fuera de Israel, es llamado por Jesús a formar parte del reino de Dios. Con su llamamiento empieza la puesta en práctica del mensaje de la universalidad del Reino, anunciado inmediatamente en el episodio del paralítico.
Al llamarlo al seguimiento, Jesús propone a Leví recorrer con él su camino. Esto implica el cambio radical de conducta y la adhesión a Jesús, que libera al hombre de su pasado pecador (2,5) y le comunica nueva vida. No importan sus antecedentes: haber vivido al margen de la ley religiosa o tenido una conducta moral más o menos turbia no impide la llamada de Jesús.
Leví sigue a Jesús igual que los pescadores: <<se levantó>> indica que deja su profesión (cambio de vida), como Simón y Andrés habían dejado las redes (1,18), y Santiago y Juan al padre en la barca con los asalariados (1,20). Con su gesto, Leví cumple la condición para el seguimiento, la ruptura con el pasado, y manifiesta su adhesión a Jesús, que lo libera de ese pasado que lo constituía <<pecador>> (cf. 2,5). Comienza una vida nueva.
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