Los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno.
En el AT, el ayuno era sinónimo de mortificación y humillación ante Dios, un acto de renuncia y sufrimiento que tenía por objeto aplacar a un Dios airado por los pecados propios y ajenos y apoyar las propias peticiones. Era así el ayuno una manifestación de luto y tristeza; se omitía incluso el arreglo personal para expresar exteriormente la aflicción (cf. Mt 6,16).
Entre los grupos religiosos, eran los fariseos los que daban más importancia al ayuno. La Ley prescribía solamente un ayuno al año, el día de la Expiación (Lv 16,29ss; Nm 29,7), cuyos transgresores eran excluidos del pueblo (Lv 23,27ss). Los fariseos, en cambio, al menos los más fervientes, practicaban dos ayunos por semana, los lunes y los jueves.
En el texto, sin embargo, como practicantes del ayuno se mencionan en primer lugar <<los discípulos de Juan>>, hecho inesperado, pues en este evangelio no se dice que Juan Bautista formara un grupo de discípulos. Es más, la conciencia de ser solamente precursor del que llegaba detrás de él (1,7) le habría impedido crear un círculo de adeptos suyos personales. Esto no obstante, después que ha terminado su actividad, hay un grupo de individuos que se llaman <<discípulos de Juan>>.
Juan había sido predicador de masas, con una doble actividad: la de pregonero del arrepentimiento/enmienda (1,4), en la línea de los profetas del AT, y la de precursor (1,7). La ruptura con el pasado propuesta por él se convertía en condición para recibir el Espíritu del que llegaba (1,8). Los que se llaman discípulos suyos son, por tanto, en Mc, gente que ha aceptado el primer mensaje de Juan, pero no su papel de precursor ni el cambio de alianza (1,7), puesto que no han dado su adhesión a Jesús. Su ayuno pretende, pues, apoyar el arrepentimiento, para asegurar el perdón de los pecados. Se quedan en la praxis de la antigua alianza, no se acercan a Jesús para obtener el perdón (2,5).
Al colocar a los fariseos después de los discípulos de Juan, el texto muestra que su ayuno responde a los mismos motivos. Se trata, pues, de un ayuno expiatorio, en vista de obtener el perdón. Son <<los fariseos discípulos>>, que siguen la doctrina de sus letrados (2,16). Los discípulos de Juan, grupo reciente, han derivado hacia la espiritualidad farisea.
El ayuno penitencial o expiatorio responde a la concepción de un Dios de cuyo amor y perdón el hombre no puede estar seguro. Pone en evidencia la conciencia de culpa, que crea un sentimiento de tristeza.
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