Tampoco echa nadie vino nuevo en odres viejos; si no, el vino reventará los odres y se pierden el vino y los odres; no, a vino nuevo, odres nuevos.
También el segundo dicho es un aviso a los discípulos. Si lo viejo no puede remozarse con lo nuevo, lo nuevo sí puede estropearse definitivamente al intentar unirlo con lo viejo. Existe, pues, un peligro para el Reino: querer integrarlo en los antiguos moldes. El resultado es destruir uno y otros: revientan los odres, pero lo más lamentable es que se pierde el vino, símbolo de la nueva realidad. El reinado de Dios crea un modo de vida nuevo y sin precedentes, demasiado potente para ser contenido en estructuras del pasado. Vuelve a notarse la debilidad de lo viejo, incapaz de resistir la fuerza de lo nuevo.
En el dicho anterior se trataba de insertar un complemento; ahora, de continente y contenido; éste rompe los límites de lo viejo y, al no tener recipiente adecuado, se derrama y se pierde.
La imagen del vino pertenece al contexto de la boda. Es símbolo del amor nupcial (Cant 1,2; 7,10; 8,2) y, como elemento del banquete, de la alegría. A la figura del Esposo corresponde la del vino nuevo, el amor y la alegría de la nueva alianza. Para los seguidores de Jesús significa la experiencia del Espíritu (1,8) y de nuevo amor que comunica. Éste exige formas inéditas, en nada parecidas a las antiguas. Liberados de los antiguos formalismos, deben encontrar su propia expresión. Toda semejanza con lo viejo es sospechosa.
Con esto, Jesús invita a los suyos a la creatividad: <<a vino nuevo, odres nuevos>>. La comunidad cristiana, dotada del Espíritu, tiene que encontrar formas originales para expresar la realidad que vive y comunicar a la humanidad la novedad del mensaje y su eficacia.
El último dicho no pone el acento en la caducidad de lo viejo, sino en el peligro para lo nuevo: el intento de armonizar el mensaje de Jesús con las categorías del pasado está condenado al fracaso y si significa frustrar el Espíritu.
Como el dicho anterior, también éste refleja la existencia de grupos creyentes que, apegados a su pasado judío, intentaban adaptar la novedad del Reino a los antiguos esquemas. Mc indica que, por su sincretismo, esos grupos anulan la originalidad del mensaje e impiden su efecto de vida.
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