martes, 28 de noviembre de 2023

Mc 3,33-34

 Él les replicó: <<¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?>> Y, paseando la mirada por los que estaban sentados en corro en torno a él, dijo: <<He aquí mi madre y mis hermanos>>.

La pregunta retórica que hace Jesús atrae la atención sobre la gravedad de la cuestión que está en juego y es señal de que va a plantear la índole del vínculo familiar de modo completamente distinto. La pregunta pone en cuestión que los que lo buscan sean familiares suyos, aunque se llamen tales. Va a definir lo que él entiende por su familia. En el original griego, los verbos <<replicar>> y <<decir>> están en presente (<<les replica>>, <<dice>>), mostrando que las palabras de Jesús son válidas para todo tiempo.

La introducción descriptiva al dicho de Jesús (<<paseando la mirada, etc.>>) crea expectación y realza su importancia. Es la segunda vez que Mc menciona una mirada de Jesús en torno: la primera fue en la sinagoga, sobre los fariseos, sin palabras pero con ira (3,5); ahora su mirada recorre a los que tienen alrededor, y el cariño que encierra va a quedar patente en las palabras que la acompañan.

A su familia natural contrapone Jesús estos seguidores suyos que lo rodean (<<He aquí mi madre y mis hermanos>>) y que están con él incondicional y establemente. Mc subraya esta disposición repitiendo la frase <<sentados en corro en torno a él>>. Los que <<se quedan fuera>> no son para Jesús madre y hermanos.

La familia debería tener objetivos comunes. El de Jesús es el de Dios mismo, ofrecer a toda la humanidad la liberación del pasado pecador y la plenitud de vida (2,1-13). Sus familiares lo rechazan y se encierran en el exclusivismo judío, en la línea de los letrados.

Jesús se encuentra ante una opción entre dos vínculos: el natural de la sangre (la familia, su gente) y el libre creado por la adhesión (los seguidores de fuera del judaísmo). No duda un momento: rompe con los familiares que rechazan su programa. Para Jesús, el vínculo creado por la adhesión es más fuerte y valedero que los de sangre. Lo que une estrechamente a los hombres es la comunidad de objetivos e ideales, más allá del parentesco natural.

Además, siendo el parentesco figura del origen judío de Jesús y del ambiente en que ha vivido, la opción que hace significa que no sólo ha roto con la institución judía, sino que se desvincula de sus raíces, cuyos representantes lo rechazan, y se vincula a la humanidad como tal. Jesús no se define ya como judío, sino como hombre.

La relación de Jesús con sus seguidores es de intimidad, amor, solidaridad. <<Madre>> denota afecto; <<hermanos>>, afecto e igualdad. En boca de Jesús, la declaración subraya el amor y la solidaridad con que él se considera ligado a los suyos.

El antiguo clan, basado en el parentesco de sangre, cede el paso a la nueva comunidad, basada en la adhesión libre a Jesús. Contra la expectación judía, el reino de Dios no tiene por base la familia ni la raza, sino la opción; no la herencia, sino la libertad.

LA BIBLIA

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