Al salir, los fariseos, junto con los herodianos, se pusieron en seguida a maquinar en contra suya, para acabar con él; Jesús, junto con sus discípulos, se retiró en dirección al mar.
La salida de la sinagoga se refiere tanto a los fariseos como a Jesús. En ella se expresa la ruptura definitiva: los fariseos van a tramar la muerte de Jesús; Jesús, por su parte, va a expresar su alejamiento de la institución judía y su dedicación al bien de todos los hombres.
La reacción de los fariseos es inmediata (<<en seguida>>), lo que indica que el problema es para ellos de suma gravedad. Ahora no van a denunciar a Jesús, como había sido su prime propósito (3,2); sin esperar a la decisión de un tribunal, planean directamente su muerte.
No se asocian a los letrados ni al Gran Consejo de Jerusalén. Les interesa acabar con Jesús cuanto antes, aunque sin aparecer públicamente como los causantes de su muerte. De hecho, en la praxis jurídica farisea nunca se llegaba a la ejecución de la pena de muerte, para salvar su fama ante el pueblo. Por eso van a aliarse con otro grupo que puede ayudarles a llevar a cabo su propósito. Es el grupo de los herodianos o partidarios de Herodes, rey/tetrarca de Galilea (cf. 6,14ss), representante del poder político.
De hecho, al emancipar al pueblo de la sumisión a la Ley y procurar su libertad, Jesús no sólo sacude la base de la religión farisea, sino también la del poder político, igualmente opresor. Los herodianos son partidarios de un rey ilegítimo, cuyo poder se afirma dando muerte (cf. 6,16). Para encubrir su crimen, los fariseos buscan el apoyo del brazo secular, que puede considerar a Jesús un subversivo y eliminarlo. También los poderosos se alarman. La sumisión religiosa garantiza la civil; el Dios despótico legitima el despotismo.
<<Retirarse>> significa abandonar un lugar; con su retirada, Jesús manifiesta públicamente su ruptura con la institución sinagogal. Lo acompañan sus discípulos, que mantienen su adhesión y se asocian con su ruptura.
<<El mar>> o lago de Galilea, frontera con los territorios paganos, se convierte en símbolo de la apertura a todos los pueblos (1,16 Lect.; 2,13). Jesús abre a su actividad y mensaje el horizonte universal ya insinuado en la llamada de los pescadores <<junto al mar>> (1,16), en el episodio del paralítico (2,1-13), en la llamada de Leví (2,14) y en el banquete con discípulos y <<pecadores>> (2,15-17), figura de la nueva comunidad universal.
Ha ofrecido su mensaje en primer lugar a Israel, y ha sido rechazado por los que dominan al pueblo a través de la sinagoga. Con esto, Jesús da por terminada su labor con el pueblo judío como tal. Desde ahora no pretenderá abarcar <<la casa de Israel>> (2,1 Lect.); sólo los israelitas que rompan con las instituciones oficiales podrán formar parte de su grupo.
La ruptura es definitiva y los caminos divergen: Para salvar la institución religiosa, los fariseos deciden eliminar a Jesús, y buscan apoyo en el poder civil. Jesús abandona esa institución y se marcha en dirección a la humanidad, para ofrecerle libertad y vida. Contrasta la violencia de los observantes de la Ley con la no violencia de Jesús. El antagonismo de la institución judía hacia él será implacable, no cejará hasta darle muerte.
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