Les dijo además: <<¿No habéis entendido esta parábola? Entonces, ¿cómo vais a comprender ninguna de las demás?>>
Jesús se extraña de la falta de comprensión de sus seguidores, manifestada en la pregunta (v. 10). No han entendido que en el hombre existen prejuicios y conductas que se oponen al mensaje, y que para aceptarlo se requiere limpieza y disponibilidad interior (<<tierra buena>>). Si no entienden esto serán incapaces de comprender el resto de las parábolas que va a proponer a la multitud.
Los seguidores de Jesús están en la misma situación que <<los de fuera>>. Conocer el secreto del Reino no les ha ayudado, lo que significa que no lo han asimilado; no han penetrado en el sentido de la experiencia que han tenido con él. No haber entendido la parábola significa, como para los de fuera, que la conversión o adhesión a Jesús y la ruptura con el pasado no se han efectuado o son aún insuficientes.
Como se ha visto antes, la falta de comprensión del secreto del Reino se debe a que siguen vigentes para los dos grupos los principios del nacionalismo judío. Los Doce o Israel mesiánico siguen creyendo en el privilegio de Israel sobre los demás pueblos y la necesidad de una restauración gloriosa de la nación judía. Los seguidores no israelitas creen en la prioridad de Israel y piensan que la salvación del resto de la humanidad depende de la de éste: están aún en la órbita de los Doce.
No han entendido, pues, que el mensaje del Reino implica la igualdad de todos los hombres y pueblos (2,3ss), que todos, por la adhesión a Jesús, tienen acceso directo a Dios y a todos se comunica igualmente el Espíritu (2,10). Los Doce no han entendido la misión que Jesús ha confiado al nuevo Israel; éste no ha de ser el centro o el mediador de la humanidad, sino que ha de ponerse a su servicio (3,14 Lect.).
En el fondo, la dificultad, tanto de los seguidores como de la multitud, nace de una falsa idea de Dios: el orgullo de raza o de nación se había justificado tradicionalmente creando la figura de un Dios que discrimina entre los hombres, que prefiere unos pueblos a otros, un Dios cuyo amor no alcanza igualmente a toda la humanidad. La actividad de Jesús ha ido revelando el amor universal de Dios (el secreto del Reino), pero sus seguidores no lo han captado.
Ante esta situación, que compromete la existencia de su comunidad, Jesús les explica la parábola anterior, para dejar claro el punto de partida: para constituir el reino de Dios el hombre ha de ser transformado por la asimilación del mensaje de Jesús: sin hombre nuevo no hay sociedad nueva; pero esta transformación sólo tendrá lugar si el hombre acepta el mensaje y no pone obstáculos a su desarrollo.
Una vez entendida la primera parábola, la comprensión de las otras dependerá de la actitud que adopten los oyentes. Si aceptan la necesidad de cambio interior y hacen suyo el programa expuesto por Jesús (formulación del secreto del Reino) las comprenderán sin dificultad. Si necesitasen todavía explicaciones (4,34) sería señal de que no lo han asimilado.
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