<<... para que por más que vean no perciban y por más que escuchen no entiendan, a menos que se conviertan y se les perdone>>.
Expone Jesús la razón de su enseñanza en parábolas: no quiere que la multitud capte su mensaje a menos que se efectúe en los individuos un cambio, designado con los términos <<convertirse>> y <<ser perdonados>>.
Mc utiliza en este pasaje el texto de Is 6,9-10, citado según una traducción aramea, pero sin mencionar al profeta ni indicar que se trata de un texto de la Escritura. Por otra parte, el texto no contiene vocabulario particular judío, sino metáforas inteligibles para todos, y Jesús lo aplica a la multitud, que continúa la mala disposición denunciada en otro tiempo por Isaías. El texto, por tanto, es comprendido como de Isaías por los seguidores israelitas (<<los Doce>>) y como texto de Jesús por los seguidores no israelitas (<<los que estaban en torno a él>>). Por otra parte, no se ajusta al texto hebreo ni a la traducción griega llamada de los LXX; sigue una traducción aramea.
Es la única vez que aparece en Mc el término <<conversión>>, que se diferencia del arrepentimiento/enmienda (1,4.15): éste significa un cambio de actitud por respeto al hombre, sin necesaria o inmediata referencia a Dios; la conversión, en cambio, significa <<volverse hacia>> Dios. En el primer caso, el cambio de vida puede efectuarse sin relación a Jesús (cf. 1,4s); en el segundo, no.
La relación de la conversión con la adhesión a Jesús se ve por su efecto: <<y se les perdone>>. Esta frase alude al episodio del paralítico, donde la adhesión a Jesús (<<la fe>>) obtenía el perdón de los pecados (2,5; cf. 3,28). En el AT, la conversión orientaba al hombre hacia Dios; en el evangelio lo orienta hacia Jesús, presencia de Dios en la tierra (2,10 Lect.).
Es, por tanto, el pasado y presente de injusticia que pesa sobre la multitud el que le impide aceptar el mensaje de Jesús. Pero la multitud no es consciente de su propia injusticia, porque ésta nace de su adhesión a la Ley discriminatoria y a los ideales nacionalistas propuestos por la teología oficial, a los principios tradicionales de la institución judía. Por eso no piensa que necesita un cambio de vida, primera condición para acceder al reino de Dios (1,15: <<enmendaos>>).
Pero, en estas condiciones, la exposición abierta del mensaje, que supone la desaparición del privilegio de Israel, provocaría solamente oposición y antagonismo. Jesús no se impone: para no forzarlos ni alejarlos definitivamente con una idea que ellos no son aún capaces de aceptar; les propone las parábolas, dándoles claves para que ellos mismos vayan entendiendo: para los que alcancen la necesaria disposición, serán inteligibles; para los que no la tengan, resultarán enigmas. Sólo aquellos que hayan hecho la opción por Jesús y asimilado los valores que él propone podrán captar su sentido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario