Mientras subía a la barca, el antes endemoniado le rogaba que le permitiese estar con él, pero no lo dejó, sino que le dijo: <<Márchate a tu casa y cuéntales cuanto ha hecho el Señor por ti, mostrándote su misericordia>>.
Mc no señala reacción subjetiva de Jesús a la petición de que abandone el territorio, no dice que asienta o ceda, sólo indica que no ofrece resistencia y sube a la barca. De hecho, en esta perícopa Jesús habla solamente con el poseído, destinatario de su mensaje y de su acción; la ausencia del diálogo con los demás personajes muestra que Mc no está describiendo un viaje real de Jesús a Gerasa, sino anticipando los efectos de su mensaje en territorio pagano; es probable que, en la época del evangelista, la región de los gerasenos fuese terreno de misión.
Con la ida de Jesús a Gerasa se responde a las multitudes paganas que habían acudido a él atraídas por las noticias de su actividad (3,8) y se les muestra el camino para su liberación.
Mientras los opresores quieren alejar a Jesús, el hombre liberado manifiesta su deseo de vivir en su compañía. El contenido de su petición (<<estar con él>>) corresponde a 3,14: <<para que estuvieran con él>> (referido a los Doce), y a 4,36 <<estaban con él>> (referido a los ocupantes de las barcas). Cree que su adhesión incondicional a Jesús le exige integrarse en el mundo judío.
Jesús no permite que lo acompañe en su viaje de vuelta: los paganos no han de integrarse en Israel. La invitación de Jesús: <<márchate a tu casa>>, está en paralelo con la hecha al paralítico, prototipo del pagano (2,11: <<Levántate, carga con tu camilla y márchate a tu casa>>), y como en ella, <<tu casa>> se opone a <<la casa>> de Israel (2,1 Lect.). Además, este hombre tiene una misión que cumplir: dar la noticia <<a los suyos>>. <<Los suyos>>, por tanto, no forman parte del grupo que ha ido a informarse sobre el incidente de los cerdos, es decir, no pertenecen a la clase opresora. Son los oprimidos como él, que ansían la liberación. Es misión suya notificarles <<cuanto ha hecho el Señor por él, mostrándole su misericordia>>. Jesús se va, pero su mensaje queda.
El hombre ha de comenzar la misión dentro de su sociedad; no hay que salir de ella para ser liberados de la esclavitud, sino crear en su interior una alternativa: debe mostrar a sus compañeros de opresión un camino diverso hacia la libertad.
Los porquerizos habían dado a los opresores una mala noticia (v. 14 <<contaron>>), la del desastre de los cerdos, ruina del sistema económico explotador; pero, debido precisamente a esa ruina, este hombre va a dar a los oprimidos la buena noticia (<<cuéntales>>) de su propia liberación.
Según la idea del Dios Altísimo, el hombre había creído al principio que la misión de Jesús, Hijo de ese Dios (v. 7), era la de acaudillar la rebelión violenta de los esclavos; pero Jesús le ha mostrado que Dios no actúa de esa manera. Ahora Jesús atribuye toda su acción a Dios, pero no lo llama <<el Dios Altísimo>>, denominación de rango absoluto que lo aleja del hombre, sino <<el Señor>>, el liberador por excelencia que quiere hacer libres a los hombres.
En efecto, la frase <<cuanto ha hecho>> se usa con frecuencia para designar las sucesivas acciones liberadoras del Señor/Yahvé en favor de Israel, en particular la que lo liberó de la esclavitud de Egipto. Ahora, Dios <<muestra su misericordia>> a los paganos como en otro tiempo a Israel y los libera como liberó a aquel pueblo: no discrimina entre los hombres, la humanidad entera es su pueblo escogido. Se realiza el universalismo del mensaje.
Sin embargo, el modo como se efectúa esta liberación difiere del antiguo: no se hace cambiando de país (salida de Egipto) ni por la violencia contra el opresor (matanza de los primogénitos, destrucción del ejército del faraón), sino por la emancipación del oprimido y la calidad humana que le confiere Jesús; es esto lo que causa la ruina del sistema opresor.
Son precisamente la misericordia y el amor de Dios al hombre los que resultan insoportables para los opresores. Ellos, que no han manifestado amor alguno al esclavo ni en tiempo de su dolor ni después de su liberación, se oponen a que Jesús siga manifestando la misericordia de Dios en su territorio.
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