Se marchó y empezó a proclamar por la Decápolis cuanto había hecho Jesús por él; y todos se sorprendían.
Los destinatarios de la buena noticia, incluidos antes en <<tu casa>> (v. 19), se identifican ahora con los habitantes de la Decápolis, región que incluía el país de Gerasa. La opresión existía en todo el territorio pagano.
La ausencia corporal de Jesús queda compensada por la presencia y actividad del hombre liberado. <<Proclamar>> significa anunciar la buena noticia, la cercanía del reinado de Dios (1,14s) y como en el caso del leproso (1,45), el fin de la discriminación; ahora, de la que afectaba a los pueblos ajenos a Israel. Se difunde el mensaje del amor universal de Dios.
Jesús ha identificado su acción con la de Dios (v. 19: <<cuanto ha hecho el Señor por ti>>). El hombre identifica la acción de Dios con la de Jesús (<<cuanto había hecho Jesús por él>>); no atribuye su estado <<al Señor>>, sino a Jesús mismo. Ya no se separa a Jesús del Dios Altísimo ni pretende oponer sus modos de proceder (v. 6). Ha comprendido que Jesús realiza la presencia y la acción de Dios en la tierra, que <<el Hijo de Dios>> se comporta como Dios mismo.
La proclamación alcanza a todos y produce admiración y sorpresa. El Dios de los judíos, que en la Ley y en la institución judía había aparecido como exclusivista y marginador de los paganos, se revela como un Dios universal que acoge a todos los hombres y actúa en favor de todos. El Dios que había liberado a los judíos de la esclavitud de Egipto, ofrece su liberación a todos los pueblos.
La reacción de sorpresa por parte de los habitantes de la Decápolis hace resaltar la novedad que significaba en su mundo el universalismo del mensaje de Jesús, la supresión de las barreras entre los pueblos y la idea de un Dios cuyo amor abraza a todos los hombres.
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