viernes, 5 de enero de 2024

Mc 5,22-24a

 Llegó un jefe de sinagoga, de nombre Jairo, y al verlo cayó a sus pies, rogándole con insistencia: <<Mi hijita está en las últimas; ven a aplicarle las manos para que se salve y viva>>. Y se fue con él.

La gran multitud de oprimidos por el régimen judío va a ser representada en el relato por dos personajes: el primero, la hija del jefe de sinagoga, figura del Israel sometido a la institución, cuya situación es extrema; el segundo, que aparece en la perícopa siguiente, la mujer con flujos, que es figura del Israel marginado por la institución. Veamos la exposición del primer caso.

Mientras Jesús sigue a la orilla del lago, se le acerca un jefe de sinagoga. Éste no ejerce un poder religioso, sino una función administrativa: es el responsable de la organización de la sinagoga y figura importante de la institución judía local. Al no estar cegado por el legalismo fariseo, puede darse cuenta del estado del pueblo.

Es sorprendente que un hombre, representante máximo de la institución sinagogal, se acerque a Jesús, que ha roto públicamente con ella (3,6-7a.13ss) y se ha propuesto sacar al pueblo fuera de la institución religiosa judía (3,27). Es más, con la constitución de los Doce Jesús ha declarado la novedad absoluta de su programa y su independencia respecto a las instituciones anteriores. A los ojos del sistema judío es un poseído por Belcebú (3,22), es decir, un enemigo de Dios. Su enfrentamiento ha sido tan fuerte que se planeaba su muerte (3,6).

Sólo un motivo poderosísimo ha podido inducir al jefe de la sinagoga a buscar ayuda en Jesús. Además, el paso que da es plenamente deliberado: Jesús está fuera de la ciudad, <<junto al mar>>, y tiene que ir a buscarlo ex profeso.

Mc menciona el nombre de este personaje, <<Jairo>>, estableciendo una oposición entre el cargo (<<jefe de sinagoga>>) y la persona (<<Jairo>>); el personaje se convierte en un paradigma de dualidad entre función y hombre.

El jefe de sinagoga consigue encontrar a Jesús (<<al verlo>>), e inmediatamente hace un gesto inesperado: <<cayó a sus pies>>. Es un reconocimiento de la superioridad de Jesús que contrasta fuertemente con la posición social del hombre que lo ejecuta. El que es jefe de la institución religiosa local y de la comunidad de la sinagoga se echa a los pies del rechazado por esta institución.

El gesto prepara la súplica que sigue, subrayando su importancia. Mc no utiliza el verbo <<pedir>>, sino <<rogar>> y, además, <<con insistencia>> (cf. 5,10), indicando el gran interés del jefe de sinagoga y la urgencia de su petición. No ha encontrado solución dentro de su sistema legal, y va a buscarla en Jesús. De su ruego se trasluce la certeza de que éste puede sacar a su hija del peligro y devolverle la vida.

Jairo expone a Jesús el motivo de su angustia, que explica su proceder: <<Mi hijita está en las últimas>>. Se halla en una situación extrema y es una hija única (<<mi hijita>>). Es evidente que ha utilizado ya todos los medios a su alcance para resolver la situación y que todos han fracasado.

La expresión <<mi hijita>> denota por una parte pequeñez/inferioridad y ternura/afecto; por otra, posesión y dependencia (posesivo). Existe, pues una doble relación: de inferioridad-dependencia y de posesión-afecto.

Para acudir a Jesús, Jairo ha esperado hasta el último momento, hasta que la hija está a punto de morir (<<en las últimas>>). Su decisión era tan grave que no la ha tomado hasta ver cerrados todos los caminos. Pero, al retrasar tanto el recurso a Jesús por no romper con la institución, ha puesto en mayor peligro la vida de su hija.

La frase <<aplicar las manos>> implica tocar con un propósito determinado; en la cultura judía significaba la transmisión de una fuerza o energía personal y se usaba para curar o para bendecir, lo que en ambos casos se interpretaba como comunicación de vida.

El verbo <<salvar>> ha aparecido una sola vez antes de este episodio, en el del hombre con el brazo atrofiado (3,1-7a), figura del pueblo sometido a la institución religiosa. Ante la lamentable situación de éste, Jesús preguntó a los fariseos qué estaba permitido en sábado: si <<salvar una vida>> o <<matar>> (3,4), y demostró estar dispuesto a <<salvar>> la vida del hombre, aun con riesgo de la suya propia.

La mención de la sinagoga (<<jefe de sinagoga>>) y el uso del verbo <<salvar>> en boca de Jairo enlazan los dos episodios y la figura de la hija con la del hombre del brazo atrofiado. Se delinea el carácter representativo de los dos personajes: el jefe de sinagoga y su hija representan, respectivamente, a los responsables de la institución sinagogal y al pueblo integrado en ella. En Jairo se plasma el caso ideal de un dirigente que ha comprendido que la institución religiosa (dominada por los fariseos) impide la vida del pueblo y que sólo Jesús puede dársela.

La petición de Jairo en favor de su hija es doble: <<que se salve>> y <<que viva>>. El primer verbo mira sobre todo a salir de una situación negativa; el segundo, a entrar en la situación positiva subsiguiente. En la intención teológica de Mc, ambos verbos son complementarios y un recurso para marcar de nuevo el principio y el fin del éxodo: la salida de la opresión (<<se salve>>, <<empiece a vivir>>).

En el libro del Deuteronomio se afirmaba repetidamente que la observancia de los preceptos de la Ley daría al pueblo vida, lo haría crecer y lo llevaría a poseer la tierra prometida (Dt 4,1; 8,1; 11,8; 30,16). Sin embargo, el legalismo fariseo y su absolutización de la Ley, desdeñando el bien del hombre, llevan al pueblo a la esterilidad y a la muerte.

La mención del cargo en primer lugar y del nombre propio a continuación, y la exposición del problema personal de Jairo, muestran que este funcionario-hombre se ha encontrado ante un dilema y que ha tenido que optar entre dos fidelidades: la fidelidad a la institución de la que es representante y la fidelidad-amor al pueblo/hija que considera suyo y dependiente de él.

La fidelidad a la institución le impedía acudir a Jesús, a quien la sinagoga había excomulgado. Pero esa institución no salva al pueblo de la muerte, sino que se la procura. De hecho, ante la pregunta de Jesús en la sinagoga (3,4) los fariseos, que la dominan, se pronunciaron en favor de su legalismo de muerte y en contra de la vida. Al acudir al excomulgado, muestra Jairo hasta qué punto está dispuesto a saltarse los condicionamientos religiosos y sociales con tal de conseguir la salvación de la hija.

En el dilema entre fidelidad a la institución y amor al pueblo, Jairo ha optado por romper con la institución inhumana. Al contrario que los fariseos, ha hecho suyo el principio puesto en práctica por Jesús en la sinagoga (3,1-7a): que lo primero es el bien del hombre. Su opción por la vida lo lleva a la opción por Jesús.

Mc utiliza en este pasaje presentes históricos (<<llega>>, <<cae a sus pies>>, <<le ruega>>). Como de ordinario, es un recurso para actualizar el episodio, indicando en este caso que la posibilidad de salvación para el pueblo oprimido por el legalismo fariseo sigue abierta, y que sigue dependiendo de la iniciativa de los dirigentes no fariseos. Este indicio, junto con la ausencia de un nombre de ciudad, confirma que las figuras de Jairo y de su hija no denotan en primer lugar individuos, sino prototipos de situaciones.

Jesús no responde con palabras, sino con la acción. Resalta el laconismo de la frase: <<y se fue con él>>, después de la detallada exposición anterior. Jesús no duda un momento, está siempre dispuesto a <<salvar una vida>>. Se hace compañero (<<con él>>) del que se pone en favor del pueblo.

LA BIBLIA

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