Lo seguía una gran multitud que lo apretujaba.
La ausencia del artículo impide identificar a esta multitud con la que acudió a Jesús en la orilla del lago (5,21). Se repite, pues, el tema de las dos multitudes: una judía, que simpatiza con Jesús y espera de él liberación, pero que no comprende la novedad radical de su mensaje (5,21: <<se congregó>>), y otra <<que lo sigue>>, es decir, que le ha dado su adhesión y comprende y acepta su mensaje.
Así, pues, en el evangelio aparecen periódicamente tres grupos que están con Jesús o se acercan a él. En primer lugar, el grupo de <<los Doce>> o Israel mesiánico, llamados también <<los discípulos>> (5,31), en cuanto son seguidores de Jesús procedentes del judaísmo, quienes no acaban de desprenderse de las categorías nacionalistas; en segundo lugar, una multitud judía que ve en Jesús una esperanza, pero en la línea de la reforma de las instituciones (5,21); finalmente, un numeroso grupo o multitud de gente <<impura>> (2,15; 3,32) marginada o excluida por la institución judía, que ha dado plena adhesión a Jesús, comprende su programa y lo sigue (5,24b).
Aunque Jesús se ha marchado con Jairo (5,24a), la gran multitud no los sigue a los dos, sino solamente a Jesús, lo que indica el sentido técnico del verbo <<seguir>> en este contexto. Pero, además, sigue a Jesús <<apretujándolo>>, sin que Jesús proteste por ello. De hecho, este detalle no es peyorativo; es una figura con la que Mc señala la continua y estrecha cercanía a Jesús de estos seguidores, expresada anteriormente con la de <<estar sentados en torno a él>> (3,32.34). Ambas figuras, usando la imagen de la cercanía e incluso del contacto físico, expresan lo que es propio de todo seguidor: <<estar con Jesús>> (3,14), es decir, la adhesión incondicional y permanente, base del verdadero seguimiento.
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