Les advirtió con insistencia que nadie se enterase y encargó que se le diera de comer.
Considerada desde el punto de vista histórico, la encarecida recomendación de Jesús (<<les advirtió con insistencia que nadie se enterase>>) es inexplicable. No habría sido posible ocultar la vuelta a la vida de la hija de un personaje de todos conocido después que su muerte había sido patente y había provocado un duelo público. La magnitud de esta incongruencia narrativa fuerza a concluir que el evangelista pretende obligar al lector a interpretar el episodio en una clave que sobrepasa el sentido literal e histórico. Es el clímax de la serie de indicios que ha ido sembrando a lo largo del texto para dar a entender el sentido profundo de su relato.
Para interpretar esta advertencia hay que ponerla en relación con la siguiente: <<y les encargó que se le diera de comer>>. La vida obtenida necesita crecer, y <<comer>> es la condición para ello. A lo largo de toda la narración, la niña ha sido designada con diminutivos (5,23: <<hijita>>; 5,39.40.41: <<chiquilla>>; 5,41.42: <<muchacha>>; en griego, <<muchachita>>, <<mocita>>). Contrasta esta figura infantil con la adulta de la mujer con flujos (5,25), que podía decidir por sí misma. La niña aparece como una menor, figura del pueblo dominado por una institución que ha impedido su desarrollo.
Como le dice Jesús, la niña se levanta ella sola, pero además se pone a caminar. Al igual que en el caso del paralítico (2,10), esto significa que ahora es dueña de su vida y de su itinerario. Los padres la habían acercado a Jesús, pero ella toma en su mano la vida que ha recibido.
Pero este pueblo está infantilizado e inmaduro (<<chiquilla>>) y, si se hiciera pública su adhesión a Jesús, no podría resistir la oposición del sistema judío; de ahí el secreto. Es el caso contrario de la mujer con flujos: los marginados querían mantener en secreto su adhesión a Jesús, pero él los obliga a manifestarla; por no haber estado sometidos a la institución han madurado lo suficiente (mujer adulta) para poder afrontar las consecuencias de su decisión. La niña, en cambio, ha de crecer y desarrollarse, lo que hasta ahora le han impedido; solamente entonces podrá manifestar abiertamente su ruptura con las instituciones del pasado y su adhesión a Jesús, y será capaz de afrontar las consecuencias de su opción. Esta nota del evangelista muestra su realismo.
Se entiende la razón de que la edad de la niña se mencione antes de los encargos de Jesús. La muchacha/pueblo infantil aún ha de madurar para llegar a ser mujer/pueblo adulto. El don del Espíritu no suple la falta de desarrollo humano.
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