Inmediatamente se puso en pie la muchacha y echó a andar (tenía doce años). Se quedaron viendo visiones.
El efecto de la orden de Jesús es inmediato. <<Andar>> es la demostración de la vida y fuerza comunicadas. La conexión entre la orden de Jesús y el andar de la muchacha recuerda de nuevo la escena del paralítico (2,10.11: <<a ti te digo: Levántate ... y echa a andar>>). La identidad de orden (<<a ti te digo: Levántate>>) y de efecto (<<echa a andar>>) indica que la acción de Jesús es la misma en los dos casos. Igual que lo anunció para los paganos (el paralítico), Jesús da vida a este pueblo comunicándole el Espíritu (cf. 1,8: <<él os bautizará con Espíritu Santo>>).
En un paréntesis, Mc informa de la edad de la niña. <<Doce años>> era la edad para los esponsales de una joven. Continúa el simbolismo nupcial. Al mismo tiempo, sin embargo, como en el caso de la mujer con flujos (5,25: <<Llevaba doce años con un flujo de sangre>>), el número alude al pueblo de Israel.
Volviendo al sentido profundo del texto, la muerte de la niña significa que este sector del pueblo, por la opresión que sobre él ejerce la institución religiosa, queda reducido a un estado equiparable a la muerte, carente de la mínima vitalidad y de toda capacidad de reacción. La sinagoga, como institución religiosa, no sólo impide el desarrollo humano (cf. 3,1-7a: hombre del brazo atrofiado), sino que destruye a la persona de modo irreversible.
Jesús no se desentiende de este pueblo, quiere acercarse a él para sacarlo de su estado de muerte y ofrecerle vida. La figura del Novio/Esposo, que Jesús representa en este episodio (cf. 2,19), significa que la salvación para este pueblo que muere no está en volver a la alianza antigua, sino en entrar en la nueva, fundada en la adhesión a Jesús. La nueva alianza es la formulación para Israel del reino de Dios, integrándose en la extensión universal de este reino, que abarca también a los paganos.
La reacción de los presentes coincide con la de la multitud judía que presenció la curación del paralítico (2,12: <<todos se quedaron atónitos>>), pero más intensa aún (<<se quedaron viendo visiones>>). Dado que la vida comunicada, el Espíritu, es la misma en ambos casos, tiene que haber un motivo adicional que cause el mayor grado de sorpresa. Se trata, sin duda, de la consecuencia que comporta para los judíos el reinado de Dios: el fin de la antigua alianza. No podían imaginarse la posibilidad de la vida fuera de las antiguas instituciones ni que tuvieran que salir de ellas para entrar en una alianza nueva; el asombro refleja lo inesperado de la abolición de la antigua.
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