Al desembarcare vio una gran multitud; se conmovió, porque estaban como ovejas sin pastor, y se puso a enseñarles muchas cosas.
El propósito de Jesús al embarcarse con los Doce cuando éstos volvieron de su gira (6,31s) era estar a solas con ellos para vencer su resistencia al mensaje universalista, pues hasta entonces las circunstancias le habían impedido hacerlo (cf. 3,20; 6,31b). Este propósito se frustra de nuevo por la presencia de la multitud; Jesús no podrá instruir en privado a los discípulos, quienes, en consecuencia, van a seguir aferrados al ideal de la renovación de Israel que han propugnado en su actividad anterior (6,12-13; cf. 6,30s).
La gran multitud está compuesta por los muchos que reconocieron al grupo mientras iba en la barca y fueron por tierra corriendo a este lugar desde todos los pueblos (6,33). Es decir, continúa la reacción popular grandemente favorable a la actuación de los Doce, reacción manifestada antes en los muchos que iban y venían donde estaba Jesús con ellos (6,32).
La multitud esperaba al grupo, pero Mc separa a Jesús de los discípulos, que, por el momento, desaparecen de la escena; aunque fue el grupo el que viajó en la barca (6,33: <<mientras iban>>) sólo señala el desembarco de Jesús (<<al desembarcar [él]>>) y sólo él va a entrar en contacto con la multitud. Los discípulos <<no están con él>> (cf. 3,14).
Jesús se da cuenta de la presencia y de la situación de la multitud, y Mc señala la reacción que ésta le provoca: <<se conmovió>>. Es el mismo sentimiento que experimentó ante el leproso (1,40 Lect.), la emoción propia del amor tierno ante el infortunio, que implica y manifiesta la sensibilidad ante el mal ajeno. Es el sentimiento atribuido a Dios mismo en el AT y en el judaísmo: muestra la reacción de Dios ante la miseria humana y su deseo de ponerle fin.
El motivo de la conmoción de Jesús no es que la multitud no tuviera qué comer, ni ella expresa de algún modo que esperase ser alimentada por él. Es, en cambio, que esa multitud <<estaba como ovejas sin pastor>>, desorientada sin saber adónde ir; no tiene a nadie que la guíe y la defienda. Han llegado de todos los pueblos, es decir, de todas las poblaciones donde hay sinagoga. Esto insinúa que toda la gente de Galilea sujeta a la enseñanza oficial está en esa situación. Mc está denunciando la conducta de los pastores de Israel, pues el pueblo se encuentra desorientado por culpa de los dirigentes, es explotado por ellos. Es la injusticia, explotación y egoísmo de los que se proclaman jefes/pastores de Israel lo que ha creado la lamentable situación de la gente y su expectativa (cf. Ez 34).
Es ese pueblo decepcionado el que se ha adherido a la propuesta reformista y nacionalista de los Doce. Ha visto en el grupo de discípulos a sus nuevos pastores y cree que ha encontrado en su doctrina el alimento que necesitaba; de ahí que no espere otro de Jesús. Pero, aunque los Doce se han presentado como los guías del pueblo, éste sigue tan desorientado como antes, pues, en realidad, los Doce no proponen nada nuevo, siguen pensando en las categorías del judaísmo, incapaces de liberar a la gente de la opresión que sufre. Mc desacredita la postura de los discípulos.
Ante tal situación, Jesús asume la función de Pastor de Israel, el anunciado por los profetas, al que identifican con David o con su vástago, el Mesías (Jr 23,5-8; Ez 34,23s). Al ser la primera vez que Jesús asume esta función, indica Mc que, como Pastor-Mesías, va a exponer en este episodio su programa mesiánico: pero no lo hará dominando a las ovejas/pueblo, sino dándoles alimento, ofreciéndoles enseñanza y comida, según el doble significado del alimento/pan en el judaísmo.
Jesús empieza enseñando, es decir, a partir del AT muestra a la multitud las características del Reino de Dios. No se explicita el contenido de la enseñanza anterior junto al lago (4,2 y 6,34: <<y se puso a enseñarles muchas cosas>>); el texto remite así al contenido de las parábolas, especialmente a las del Reino (4,26-29.30.32). Sin embargo, a diferencia de entonces (4,2.33), ahora Jesús no habla en parábolas.
El cambio en el modo de enseñar se debe, sin duda, al propósito de contrarrestar el mensaje reformista y nacionalista propuesto por los Doce que ha suscitado la expectativa y el entusiasmo popular. Jesús tiene que hablar abiertamente para hacer comprender a esta multitud, previniéndola contra lo que ha oído de los discípulos. No puede andarse con rodeos.
Orientar a la gente no era cosa simple, eran muchos los puntos que había que tocar y enderezar (<<muchas cosas>>). La multitud necesita una larga instrucción. Jesús les ofrece el <<pan>> del mensaje, el alimento que puede dar vida a este pueblo.
No hay reacción de la gente a la enseñanza, como no la hubo al final de la enseñanza en parábolas (4,33s), porque Jesús no halaga el nacionalismo ni se presenta como líder reformista. Contrasta esta falta de reacción con el entusiasmo que despertó la enseñanza de los discípulos (cf. 6,30s).
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