Cuando entró en casa, separándose de la multitud, le preguntaron sus discípulos el sentido de la parábola.
Como en un pasaje anterior de Mc (3,20), la casa donde entra Jesús es figura del nuevo Israel, es decir, del círculo de los discípulos/los Doce. Para estar a solas con ellos, Jesús se separa de <<la multitud>>, el numeroso grupo de los otros seguidores (cf. 7,14 Lect.); éstos no tienen que implicarse en los asuntos que tocan a la cultura y religión judía.
El hecho de que Jesús se separe sin más de la multitud implica que ésta no necesita que le aclare el dicho anterior (7,15). Siguiendo la exhortación inicial (7,14: <<¡Escuchad todos y entended!>>), esta multitud, que corresponde al grupo <<en torno a Jesús>> del discurso en parábolas (4,10), ha entendido el principio enunciado por Jesús, como entonces había captado el mensaje de las parábolas (cf. 4,34 Lect.), y no necesita explicación.
Los discípulos, por el contrario, no lo han entendido; es más, califican el dicho de parábola, de enigma, y no lo comprenden, como había ocurrido con la multitud judía y con ellos mismos respecto a las parábolas. Jesús no ha propuesto, sin embargo, una parábola, forma de exposición que él reserva para <<los de fuera>> (4,11); tampoco ha propuesto un enigma, pues, según la exhortación anterior de Jesús a los dos grupos de seguidores (v. 14: <<Escuchadme todos y entended>>), los discípulos debían haber entendido sin dificultad. Pero no ha sido así, porque no han captado aún el secreto del reinado de Dios, su amor a toda la humanidad (4,11 Lect.).
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