Él les replicó: <<¿Así que también vosotros sois incapaces de entender?>>
La reacción de Jesús es inmediata, y el uso del presente histórico en el texto de Mc (lit. <<les replica/dice) insinúa que la comprensión dura en tiempos del evangelista. Jesús expresa su decepción (<<¿Así que...?>>) y, con su reproche, pone al grupo de discípulos al nivel de <<los de fuera>> (4,11), de la multitud judía que escuchó las parábolas, pero que, debido a sus ideales nacionalistas, fue incapaz de entenderlas.
Los discípulos no comprenden, no porque el dicho de Jesús fuera oscuro, sino porque no pueden creer que signifique lo que dicen sus palabras. De hecho, su resistencia se refiere ante todo a la primera parte del dicho (7,15: <<No hay nada, etc.>>), que deroga las prescripciones de la Ley sobre alimentos. Algunos discípulos habían roto con las tradiciones de pureza ritual (7,2), es decir, con la tradición oral sacralizada por los fariseos, que Jesús ha calificado de <<tradiciones humanas>> opuestas a Dios, pero no entienden que Jesús anule toda la legislación del Levítico y del Deuteronomio referente al tabú de los alimentos.
Ellos han aceptado que dentro del pueblo no hay discriminación, pero la supresión total de lo profano/impuro les resulta excesiva. SI no hay alimentos que puedan separar de Dios, desaparece una decisiva seña de identidad del pueblo judío, y se pone en el mismo nivel a todos los pueblos. Es decir, no solamente suprime Jesús la discriminación dentro de Israel, sino también la separación que la Ley de Moisés había establecido respecto a los pueblos paganos (Gn 43,32; Lv 20,24-26). La resistencia a comprender el dicho de Jesús muestra el espíritu nacionalista de los discípulos: ellos aceptan la unidad de Israel, pero mantienen la idea de la superioridad judía respecto a los demás pueblos, basada en la posesión de la Torá.
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