sábado, 17 de febrero de 2024

Mc 7,20-23

 Y añadió: <<Lo que sale del interior del hombre, eso hace profano al hombre; porque de dentro, del corazón de los hombres, salen las malas ideas: libertinajes, robos, homicidios, adulterios, codicias, maldades, engaño, desenfreno, envidia, difamación, arrogancia, desatino. Todas esas cosas malas salen de dentro y hacen profano al hombre>>.

Jesús repite y explica el principio enunciado en 7,15b, constatando la posible actitud malvada del hombre y enumerando actos que de ella proceden. El corazón denota la interioridad, como lo indica el texto mismo (<<de dentro>>). Es la sede consciente de los comportamientos humanos: en él se sitúan las disposiciones permanentes (cf. 3,5; 6,52; 7,6) de donde dimanan los actos (2,6.8; 11,23). Nótese el uso del plural <<los hombres>>, que subraya el carácter universal del dicho. De hecho, ninguna de las conductas o vicios que va a mencionar Jesús está ligado a una cultura o religión determinada; lo mismo puede afectar a judíos que a paganos.

El texto subraya el aspecto de fuente propio del corazón: de él nacen las malas ideas o propósitos, los proyectos o intenciones contra el prójimo. La presencia del articulo: <<las malas ideas>>, le da el carácter de título general de los actos o vicios enumerados (sin artículos), para acentuar su origen interno (cf. Prov 6,18a LXX: <<un corazón que maquina malas ideas>>).

Mc enumera doce acciones o conductas que concretan las malas ideas o intenciones. Seis de ellas se expresan en plural, indicando acciones habituales, y seis en singular, señalando disposiciones viciosas. En el primer grupo, las cinco primeras conductas están comprendidas entre la búsqueda del placer (<<libertinajes>>) y de la riqueza (<<codicias>>), tener más a costa de otros; se intercalan tres (<<robos, homicidios, adulterios>>) que aluden a los tres primeros mandamientos generales de la segunda tabla del decálogo: <<no robar, no matar, no cometer adulterio>>. La mención de <<las maldades>> al fin de la primera parte del catálogo resume los diversos tipos de abominaciones.

La segunda parte, en singular, enumera disposiciones o vicios, que son la raíz del modo de actuar perverso: dolo, es decir, engaño, fraude o traición, desenfreno, envidia, difamación o calumnia, arrogancia u orgullo y, por último, el desatino o irracionalidad, que hace valorar erróneamente la realidad. Entre ellas las hay que afectan primariamente a la persona (<<desenfreno, envidia, arrogancia y orgullo>>) y otras que miran en primer lugar al daño que se hace al prójimo (<<engaño, difamación>>); podría decirse que el <<desatino>> final (irracionalidad) califica las cinco disposiciones anteriores.

Puede deducirse que si ha sido elegido este catálogo es porque Mc considera que en estas conductas o vicios se encuentran los mayores obstáculos que impiden al hombre secundar el designio de Dios sobre él. Conociendo la praxis y la enseñanza anterior de Jesús, debe concluirse que estas malas ideas son particularmente funestas por oponerse radicalmente al amor al prójimo y frustrar, por eso mismo, el desarrollo humano. Unas absorben la vida del hombre impidiéndole centrarla en el amor a todos y en su propio crecimiento como persona; otras vician al hombre por dentro y lo llevan a causar daño a los demás, oponiéndose así frontalmente al amor, única senda de vida.

La expresión siguiente: <<todas estas cosas malas>> como antes <<las malas ideas>>, resume la enumeración precedente (cf. Jr 4,14: <<Jerusalén, lava tu corazón de maldades, para salvarte>>). El final de la frase: <<salen de dentro y hacen profano al hombre>>, forma inclusión con el v. 20: <<Lo que sale de dentro, eso hace profano al hombre>>.

Es decir, según estos dichos de Jesús, las distinciones entre puro/impuro o profano/sacro no proceden de Dios; la impureza o profanidad nace de la mala relación con los demás hombres. Dios no ha creado esas distinciones, es el hombre el que las causa con su conducta. Lo que aleja de Dios es hacerse daño a uno mismo o hacerlo a otros.

Libera así Jesús de los preceptos esclavizantes de la antigua Ley, pone como criterio de la cercanía a Dios el amor al prójimo y derriba la barrera entre judíos y paganos, condición para la creación de una humanidad nueva y fraterna.

A lo largo del evangelio, Jesús va tirando abajo los tabúes de Levítico y Deuteronomio: los de la lepra, tocando al leproso (1,40); los de la muerte, tocando el cadáver de la niña (5,41); en este pasaje, los que concernían a la impureza de alimentos, objetos y personas (7,2.19). Para hacer posible la universalidad, se distancia de la cultura judía y de su práctica religiosa.

LA BIBLIA

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