Le llevaban chiquillos para que los tocase, pero los discípulos se pusieron a conminarles.
Como la escena anterior (10,10), también ésta se desarrolla en la casa, figura de la comunidad de Jesús, formada por dos grupos de seguidores: el de los discípulos/los Doce, procedentes del judaísmo, y el otro grupo, el de los que no proceden de él; sólo en la perícopa siguiente (10,17) se indicará que Jesús sale de la casa. Mc hace ver que es la comunidad el lugar donde se puede encontrar a Jesús.
Hay un intento de llevar chiquillos a Jesús; Mc no precisa quién se los lleva, indica solamente la finalidad que pretenden: que Jesús los toque. Los individuos anónimos que llevan a los chiquillos no son ciertamente los discípulos, que se oponen a este acercamiento; son hombres, que, por tener acceso a la casa-comunidad, han de ser seguidores de Jesús y se identifican sin duda alguna con los que no proceden del judaísmo; estos seguidores llevan los <<chiquillos>> a Jesús para que tengan contacto con él.
El término <<chiquillo>> viene cargado de sentido figurado a partir de 9,36. Es decir, también aquí designa Mc como <<chiquillos>> a individuos que han dado la adhesión a Jesús aceptando plenamente su mensaje y adoptando su actitud: a los que se hacen <<últimos de todos y servidores de todos>> (9,35). Son <<los pequeños>>, que quieren acercarse a Jesús para expresarle su adhesión (9,42).
El verbo <<llevar>> (gr. prospherein), usado en esta frase, se ha encontrado en Mc solamente en 2,4, a propósito del paralítico, figura de la humanidad pagana, llevado a Jesús por cuatro portadores. Este paralelo confirma que los <<chiquillos>> representan a individuos no judíos o excluidos de Israel, y ajenos, por tanto, al grupo de los discípulos/los Doce.
Llevarlos a Jesús <<para que los tocase>>, la misma frase que se ha usado en el episodio del ciego (8,22b), supone el deseo de que Jesús les comunique su fuerza. De hecho, como ha aparecido a propósito de la mujer con flujos, el contacto con Jesús transmite una fuerza de vida (5,30) que se identifica con el Espíritu. La denominación <<chiquillos>> implica que cumplen las condiciones de seguimiento (cf. 9,34: <<ser últimos de todos y servidores de todos>>, pero les falta aún que, como respuesta a su adhesión, Jesús les infunda esa fuerza de vida. Es decir, tienen la disposición necesaria para encontrarse con Jesús, pero aún no han recibido el Espíritu (cf. 1,6).
Hay un fuerte contraste entre los que llevan a los chiquillos a Jesús y la actitud de los discípulos. Éstos, que deberían acoger a los chiquillos como a Jesús mismo (9,37: <<el que acoge a uno de estos chiquillos, etc.>>), en lugar de eso los rechazan, conminan a los portadores como si tuviesen un mal espíritu, al modo como Pedro había conminado a Jesús (8,32). Esto muestra que los discípulos continúan en la misma actitud manifestada entonces por Pedro y que valió a éste el apelativo de <<Satanás>> (8,33).
Aunque Mc no lo explicita, el significado de la figura de <<los chiquillos>> hace ver la razón que mueve a los discípulos para oponerse a los que los conducen. Los discípulos, cuyo ideal es la gloria de Israel, pretenden monopolizar el seguimiento (cf. 9,38) e impedir que los que hacen suyo el mensaje universalista se acerquen a Jesús, es decir, sean integrados en la comunidad. Aparece de nuevo la tensión entre los dos grupos.
Los discípulos actúan como superiores, pretenden establecer un cerco en torno a Jesús. No toleran que otros le den su adhesión sin aceptar los ideales del judaísmo. Lo mismo que han intentado impedir que un seguidor del otro grupo liberase, identificado con Jesús en su acción (9,38), ahora intentan impedir que los que se identifican con Jesús en su actitud tengan acceso a él. Ven una amenaza para su nacionalismo en la afluencia a la comunidad de nuevos miembros que renuncian a toda ambición de gloria, no aceptan el dominio de unos sobre otros ni creen en el privilegio de Israel; por eso intentan oponerse. Los que deberían hacer presente a Jesús, se hacen obstáculo, se interponen entre Jesús y los que desean acercarse a él. Pretenden que toda relación con Jesús pase por ellos; sostienen que la comunidad de Jesús ha de hacer suyos los ideales judíos; no aceptan la universalidad.
Parece reflejarse aquí un conflicto de tiempos posteriores. Los judaizantes procuran impedir que la comunidad aumente por la incorporación de nuevos miembros, judíos o paganos de origen, que no comparten sus propios ideales.
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