¿No os acordáis? Cuando partí los cinco panes para los cinco mil, ¿cuántos cestos llenos de trozos recogisteis?>> Le contestaron: <<Doce>>. <<Cuando los siete para los cuatro mil, ¿cuántas espuertas de trozos recogisteis?>> Contestaron: <<Siete>>. Él les dijo: <<¿No acabáis de entender?>>.
Jesús les recuerda los dos repartos de panes, retomando los elementos que los constituyen en símbolos: <<partí>> (compartir, solidaridad entre los comensales), <<cinco panes>> (superación de la Ley), <<cinco mil>> (el nuevo pueblo formado por comunidades de Espíritu), <<doce cestos llenos de trozos>> (abundancia para Israel y base para futuros repartos); <<recogisteis>>: Jesús les atribuye una acción que de hecho no han realizado (no se había señalado que ellos recogieran trozos), indicando que también ellos debían haberlo hecho para mostrar su compromiso de solidaridad en el futuro; los iguala con la multitud, para hacerles ver por contraste su falta de compromiso. Al atribuirles participación en la recogida, indicadora de la abundancia, participación que ellos admiten en sus respuestas, Jesús les está haciendo ver lo obtusos que son. Si han recogido, ha sido mecánicamente, sin comprender; aquella abundancia no ha significado nada para ellos; esto acentúa su responsabilidad.
Jesús pone el acento en la abundancia, pregunta por el número de cestos de trozos recogidos, a partir de una cantidad mínima para tan gran multitud; subraya el contraste entre la escasez del comienzo y la abundancia del final. Les hace ver el efecto de lo que parecía poco para tanta gente; quiere que caigan en la cuenta de la potencialidad del único pan/mensaje que poseen; con él lo tienen todo. Con el compartir (<<partí>>), expresión del amor, les ha dado la clave de la abundancia. No necesitan más que continuar su acción. El nuevo Israel no necesita otros panes.
Les pone delante también las señales del segundo reparto: el pan compartido (siete, totalidad) tiene potencialidad para dar de comer a la humanidad entera (cuatro mil, siete espuertas). El partir y compartir primer los cinco y luego los siete panes los convierte en el único mensaje y pan.
Con sus preguntas, Jesús recapitula las experiencias pasadas. De hecho, no les pide que aprendan de una exposición doctrinal, sino de una práctica; ésta debía haberlos convencido. No les recuerda discursos, palabras, sino unos hechos de los que han sido testigos. Es la práctica del mensaje la que crea la convicción.
La abundancia significa plenitud de vida, vida que sobra para dar a los demás. Se encuentra en la entrega generosa y solidaria, en el pan/mensaje de Jesús, escenificado en el reparto. Ellos que no renuncian a su ideología, no aceptan que el mensaje de Jesús sea la salvación. Pero si el pan/mensaje de Jesús basta y sobra para dar vida plena, los demás son innecesarios, inútiles, aparentes, falsos.
Tienen ojos y oídos y todos los elementos necesarios para comprender, pero no comprenden. A pesar de las explicaciones de Jesús (4,34), no aceptan el secreto del reinado de Dios, su amor universal; como los fariseos, sólo creen en el poder dominador de Dios y en los ideales del nacionalismo judío. De ahí la última pregunta de Jesús (<<No acabáis de entender>>), que delata su profunda decepción.
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