Jesús lo mandó a su casa diciéndole: <<¡Ni entrar siquiera en la aldea!>>
Jesús envía al ciego <<a su casa>>. Puesto que el ciego representa a los Discípulos/los Doce, se trata de <<la casa del nuevo Israel>>, la parte de la comunidad formada por los seguidores procedentes del judaísmo (3,20; 7,17; cf. 2,2), <<casa>> que no se encuentra en <<la aldea>>, en la que Jesús le prohíbe entrar. Por otra parte, esta sorprendente prohibición indica que el obstáculo para la visión consistía precisamente en permanecer en <<la aldea>>; sólo saliendo de ella resulta posible obtener la vista y, quedando fuera de ella, conservarla. Una vez que, por la acción de Jesús, los discípulos han recobrado la posibilidad de ver, no deben tener contacto con el lugar que causaba su ceguera; la severidad de la prohibición implica el temor de que puedan verse tentados a volver a la antigua ideología, a los valores que el judaísmo consideraba irrenunciables.
Así como <<la aldea>> representa el lugar de la opresión, punto de partida del éxodo, <<la casa>>, que es parte de la comunidad de Jesús, representa <<la tierra prometida>>, su punto de llegada, en el que culmina la liberación.
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La acción de Jesús, que actualiza figuradamente la memoria del antiguo éxodo, es la que lleva a los discípulos a ver en él el Mesías. Les hace ver en primer lugar la estrechez de miras de los ideales del judaísmo, señalándoles el obstáculo que impide a la gente del pueblo (<<los hombres>>) reconocerlo por Mesías: la idea de un liberador nacionalista y violento. En segundo lugar, Jesús les amplía el horizonte a fin de que comprendan el universalismo de su misión mesiánica. La perícopa muestra así simbólicamente cómo Jesús saca a sus discípulos de la situación de ceguera que les había reprochado en la barca (8,17-18) y prepara la declaración mesiánica de Pedro (8,29).
En paralelo con el episodio del sordo, también éste expone más el deseo de otros y de Jesús mismo que una realidad. Como se verá a continuación, los discípulos no llegan a desprenderse de los ideales nacionalistas, ni, por tanto, acaban de hacer suyo el mensaje de Jesús.
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