miércoles, 13 de marzo de 2024

Mc 9,14

 Al llegar adonde estaban los discípulos vio en torno a ellos a una gran multitud y a los letrados, discutiendo con ellos.

Después de bajar del monte, al que Mc, sin embargo, no alude, Jesús se acerca al grupo de discípulos, pero lo que percibe es una gran multitud que los rodea y a los letrados; una y otros están discutiendo con ellos.

La expresión <<los discípulos>>, sin ninguna referencia a la perícopa anterior, expresa una totalidad; el evangelista integra así en el grupo a Pedro, Santiago y Juan, que han estado con Jesús en el monte. Es como si el episodio de la transfiguración hubiera sido un inciso, un paréntesis; los discípulos se encuentran en la misma situación que antes.

El grupo entero es objeto de una doble interpelación: en primer lugar, de la multitud; en segundo lugar, de los letrados. La gran multitud está compuesta por gente del pueblo; los letrados son individuos cualificados, doctores de la Ley, con gran influjo social.

La multitud espera algo de los discípulos; por eso los interpela y discute con ellos; la discusión con los letrados es simultánea, pero lógicamente consecuente respecto a la de la multitud, como lo indica el orden en que son mencionadas. Los discípulos aparecen pasivos, como entre dos fuegos, sin responder a unos ni a otros. La ofensiva de los letrados recuerda la de los fariseos con Jesús en Dalmanuta, donde le exigían una señal del cielo (8,11).

La mención de los letrados señala la temática común de esta escena con lo tratado en la bajada del monte (9,11), donde aparecía que, según ellos, la llegada del Mesías sería precedida por la de Elías, <<que lo restaurará todo>>. Es decir, la solución a la situación de Israel hay que esperarla sólo de Dios y se realizará en el momento que él determine. Es Dios quien dirige la historia y es inútil esforzarse por encontrar soluciones humanas. Ante esta argumentación de los letrados, que discuten con los discípulos sin dirigirse a la multitud, éstos aparecen pasivos, como si no tuvieran respuesta.

Se enfrentan aquí diversas concepciones sobre el modo de afrontar la situación del pueblo: Los letrados esperan el reinado de Dios por una intervención extraordinaria de Dios mismo en la historia humana que libere milagrosamente a Israel de la opresión (llegada y obra de Elías), descargando a los individuos de su responsabilidad. Los discípulos, en cambio, aspiran a la acción de masas para imponer una reforma de las instituciones que abra camino a ese reinado; están en contra de la pasividad de letrados y fariseos y a favor de la expectativa popular, pero no tienen respuesta a la doctrina de los letrados, que éstos basan en la Escritura y presentan como voluntad divina (cf. 9,11s Lect.). Jesús ha mostrado a los tres que lo acompañaban en el monte la falsedad de la visión de los letrados, pero les ha puesto como alternativa a ella la entrega del Hijo del hombre (9,12), y los discípulos no quieren aceptarla. De ahí que no tengan respuesta.

La misión de los discípulos respecto a la multitud sería desautorizar la doctrina de los letrados proponiendo la alternativa para Israel expuesta por Jesús mismo en el episodio de los panes; la alternativa de la libertad y dignidad del hombre, de la igualdad y de la solidaridad entre todos (cf. 6,39-44 Lect.). No hay que aguardar a que Dios ponga remedio a la situación: él potencia al hombre, y éste debe asumir la responsabilidad de la historia y construirla.

Históricamente es muy inverosímil que se encontrasen letrados en una región distante, sin la cercanía de una ciudad de cierta importancia. Además, según la lectura crítica que adoptamos, su mención está precedida del artículo (<<los letrados>>), indicando una categoría; se trata, pues, de los letrados como institución doctrinal. Por otra parte, su presencia no vuelve a mencionarse en la narración, ni entablan una discusión con Jesús; aparecen sólo en el primer momento como objetores de los discípulos. Tampoco se señala respuesta alguna de éstos a la argumentación de los letrados; no hay reciprocidad en la disputa. Estos indicios apuntan a que en este relato <<los letrados>> no son más que una figura de influjo que ejerce su doctrina sobre los discípulos; éstos no saben rebatirla, como lo mostraba la pregunta que Pedro, Santiago y Juan hicieron a Jesús mientras bajaban del monte (9,11). De este modo, la doctrina oficial los paraliza; deslegitima incluso la urgencia que sienten por la restauración de Israel. De ahí la dificultad en que se encuentra el grupo: bloqueado por el influjo de los letrados, no puede responder a la expectativa de la multitud. De hecho, los discípulos no hablan ni serán siquiera mencionados en el resto del episodio; aparecerán solamente más tarde en <<la casa>> (9,28).

LA BIBLIA

No hay comentarios:

Publicar un comentario

APÉNDICES - MARCOS

El final abrupto de Mc y la omisión de toda aparición del Resucitado a sus discípulos dio pie, ya en el siglo II, a la adición de apéndices ...