<<Si te pone en peligro tu mano, córtatela, más te vale entrar manco en la vida que no ir con las dos manos al quemadero, al fuego inextinguible.
Cambia Jesús de punto de vista: considera ahora al posible causante del escándalo y supone que hay peligros a los que un individuo puede sucumbir. Los peligros están representados figuradamente por tres miembros u órganos del cuerpo: mano, pie, ojo. Cuando éstos constituyen una amenaza para el seguidor, es preferible privarse de ellos que ser excluido de la vida. Jesús intenta prevenir la corrupción de su mensaje, de ahí la fuerza de las tres advertencias, que muestra la importancia de lo que está en juego; quiere impedir que se destruya la igualdad fraterna que él crea entre los suyos y que es la garantía de la libertad personal.
Las imágenes que usa Jesús son extremadamente duras: hay que extirpar todo lo que en uno mismo se oponga al mensaje y cause daño a los que quieren ser fieles a él. La mano es figura de la acción o actividad; lo que pone en peligro de escandalizar es una actividad contraria a la de Jesús. Con su mano, él sana y levanta al hombre (cf. 1,30 suegra de Pedro; 1,41, leproso; 5,41, hija de Jairo; 7,33, sordo; 8,23; 9,27, niño epiléptico); el mal proceder sería el que, en lugar de levantarlo, lo humilla o lo somete.
Si la propia manera de actuar pone en peligro de alejarse de Jesús, hay que interrumpirla inmediatamente, aunque pueda parecer una mutilación de la persona; en realidad no es así, porque esa actividad ambiciosa que no busca sino que impide el desarrollo humano, priva de la vida al que la practica y lo condena a la destrucción. Jesús es el modelo, el Hombre-Dios, y, por ello, es el criterio para distinguir lo que lleva a la vida y lo que la destruye. <<Cortarse la mano>> es una manera figurada de expresar la renuncia; presenta un aspecto extremo del <<renegar de sí mismo>>, primera condición del seguimiento (8,34).
<<Entrar en la vida>> equivale a entrar en la comunidad del Espíritu, en concreto la de Jesús, donde se puede aspirar a la plenitud de vida en este mundo y en el futuro. Como aparecerá a continuación, es sinónimo de <<entrar en el reino de Dios>> (v. 47), cuya primicia, en su etapa terrena, es asimismo la comunidad de Jesús, que se prolongará gloriosamente en la etapa posterrena. Se trata, por tanto, de asegurar la plenitud de vida tanto en el mundo presente como en el futuro.
<<El quemadero>>, que alude al valle donde se quemaban las basuras cerca de Jerusalén (<<gehenna>>), es figura de la muerte definitiva. Si la frase <<ir al quemadero>> se interpreta en forma activa, significa que el hombre mismo va a su destrucción, consecuencia lógica y necesaria de un modo de actuar que priva de vida a otros y también al que lo practica.
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