... pero a quien escandalizare a uno de estos pequeños que me dan su adhesión, más le valdría que le encajaran en el cuello una rueda de molino y lo arrojasen al mar>>.
<<Estos pequeños>> están en paralelo con <<el chiquillo>> de 9,38, como lo muestra la idéntica construcción: <<a uno de estos chiquillos>> (9,37), <<a uno de estos pequeños>>; esta última denominación recoge, por tanto, todo lo dicho antes sobre <<los chiquillos>> a los seguidores de Jesús que no proceden del judaísmo. No se trata en realidad de niños; el término <<pequeño>> denota la actitud voluntaria de ser último de todos y servidor de todos (9,35), actitud que se designa ahora como <<dar la adhesión a Jesús>>. La nueva denominación <<los pequeños>> alude por contraste a la pretensión manifestada por los Doce de ser <<el más grande>> (9,34).
Como miembros de la comunidad de Jesús, no incluidos en los Doce, <<los pequeños>> están implícitamente presentes en la escena (<<uno de estos pequeños>>), como antes lo estaba <<el chiquillo>> (9,36).
El escándalo de que habla Jesús es, pues, intracomunitario. <<Escandalizar>> equivale aquí a hacer que vacile la fe en Jesús; la duda o el escepticismo sustituyen a la adhesión. El sentido concreto del escándalo se ilumina al considerar la perícopa del <<chiquillo>>: los Doce alimentan la ambición de grandeza y preeminencia (9,34). Ahora bien, el seguidor de Jesús que espera encontrar en la comunidad la igualdad y el amor expresados en el servicio mutuo, al constatar que no existe tal igualdad, sino que algunos pretenden ponerse por encima y dominar a los que por su adhesión a Jesús se han hecho <<pequeños>> (últimos y servidores), quedan decepcionados y piensan que el mensaje se queda en bellas palabras sin contenido en la práctica. Su fe en Jesús y la adhesión a su persona se resquebrajan, y acaban por abandonar la comunidad. Escandalizar equivale así quitar la vida que Jesús comunica al hombre; y escandaliza el que en vez de hacerse último pretende ser superior a los demás y dominarlos. Con esto, la única esperanza de vida plena se esfuma, aparece como una falsedad. Los que esperaban libertad, ven que no la hay, y se hace fracasar la obra de Jesús.
La advertencia de Jesús es válida en principio para todo seguidor, aunque es la ambición de los Doce la que de hecho puede causar ese daño, al pretender que continúe en la comunidad cristiana la desigualdad jerárquica del judaísmo. Los <<pequeños>> rechazarán a un Jesús presentado así. Se adivina en este pasaje la dificultad que creaba la postura judaizante para la incorporación de los paganos y las defecciones de muchos miembros de la comunidad, que se sentían defraudados.
De ahí la severidad de la advertencia: peor que morir es hacer daño a <<los pequeños>>, a los seguidores que, a ejemplo de Jesús, no tienen ambición de honor o preeminencia y adoptan una actitud de servicio (9,35). Jesús no amenaza con un castigo, sino que subraya la gravedad del escándalo. La mención de la rueda de molino encajada en el cuello no hace más que acentuar lo irremediable de tal muerte. <<Ser tirado al mar>> supone una muerte sin sepultura, perspectiva que causaba horror a los judíos. Sin embargo, sería preferible sufrir esta clase de muerte a causar ese daño, tan grande que aleja de la fuente de la vida no sólo a un individuo, sino, por invalidar la alternativa de Jesús, a tantos seres humanos deseosos de plenitud.
Sigue la polémica de Mc contra los que pretenden deformar el mensaje de Jesús introduciendo modos de actuar propios del judaísmo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario