...Y si tu ojo te pone en peligro, sácatelo; más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios que no ser arrojado con los dos ojos al quemadero donde su gusano no muere y el fuego no se apaga.>>
El ojo representa los deseos y aspiraciones del hombre, que manifiestan su escala de valores, sea verdadera o falsa; según la expresión de Jesús, <<tener la idea de Dios o la de los hombres (8,33). Metafóricamente, <<el ojo>> guía la actividad y elige el camino; es la raíz del actuar. Este aspecto se aplica más directamente a los Doce, aludiendo al modo de pensar que han demostrado.
<<La vida>> se identifica aquí con <<el reino de Dios>>, que, como se ha dicho, está representado, en su etapa terrena, por la comunidad de Jesús; la exclusión del Reino por una infidelidad al mensaje que aleja de Jesús a los que creen en él, lleva al hombre a la ruina definitiva.
A las palabras <<ser arrojado al quemadero>> se añade en este caso: <<donde su gusano no muere y el fuego no se apaga>>, la frase tomada de Isaías (66,24). El profeta expone los dos modos como suelen destruirse los cadáveres: la putrefacción y la cremación; su texto se refiere a los cadáveres de los israelitas renegados, que serían un ejemplo para los peregrinos que visitaran el Templo en el tiempo de la salvación final. La yuxtaposición en el texto de gusanos y fuego refuerza la idea de destrucción, pero, al ser incompatibles, pues el fuego destruiría a los gusanos, hace ver que se trata de una imagen. Las dos fuerzas destructoras se describen como permanentes (<<no se apaga, no muere>>): no hay manera de escapar de ellas. En la imagen, pues, los que perviven son el gusano y el fuego, no el hombre, y aniquilan todo lo que cae en su poder. No se describe, por tanto, un tormento eterno, sino una destrucción total, que, al impedir la resurrección, equivale a la muerte definitiva. El texto de Isaías está muy bien elegido, pues, colocado por el profeta en un contexto de juicio, con la proclamación universal del Dios de Israel y convocación ante él de todos los pueblos (Is 66,18-23), toca el tema de la infidelidad de los israelitas que se rebelaron contra su Dios.
En resumen: Jesús urge al seguidor a hacer aquellas opciones, por dolorosas que sean, que aseguren su fidelidad, pues está en juego el éxito o el fracaso de la existencia. Toda actividad (simbolizada por <<la mano>>) conducta (<<el pie>>) o aspiración (<<el ojo>>), que busca el propio prestigio y superioridad y lleva al dominio de otros, está viciada y hay que suprimirla, pues pone en peligro la fidelidad al mensaje, condición para el desarrollo personal y la eficacia en la acción, y defrauda las expectativas de los que han visto en Jesús y en su mensaje la concreción del ideal del Hombre y la esperanza de alcanzarlo.
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