sábado, 6 de abril de 2024

Mc 10,45

 <<porque tampoco el Hijo del hombre ha venido para ser servido, sino para servir y para dar la vida en rescate por todos>>.

Jesús termina su instrucción ofreciendo a los Doce la razón (porque) de sus avisos anteriores (vv. 43-44). Comienza autodenominándose el Hijo del hombre, que lo designa como modelo de plenitud humana, a la que sus seguidores deben aspirar, y niega categóricamente (tampoco) que su misión vaya a realizarse siguiendo el patrón de los dominadores y los poderosos de la tierra (ha venido para ser servido). No va a ser, como ellos, un déspota, dueño y señor de la vida de sus súbditos, ni un prepotente que impone a los demás su autoridad; al contrario, a él lo caracteriza su actitud de servicio (sino para servir) y su disposición a dar la vida por la liberación de la humanidad.

El primer miembro del dicho final: porque tampoco el Hijo del hombre ha venido para ser servido, sino para servir, está en estrecha relación con el pronunciado antes: el que quiere hacerse grande entre vosotros tiene que ser servidor vuestro (v. 43b). El fundamento del servicio mutuo que han de prestarse los discípulos se encuentra en la disposición a servir que caracteriza al Hijo del hombre y que ha de ser normativa para todos ellos. Como Jesús, también sus seguidores deben estar al servicio los unos de los otros. Y el servicio del que Jesús es modelo y que ha de presidir las relaciones entre los suyos está siempre en la línea del crecimiento humano, que se realiza en la libertad y la práctica del amor que comunica vida. Para los discípulos, en consecuencia, el servicio mutuo es el camino hacia el pleno desarrollo personal.

El segundo miembro: y para dar su vida en rescate por todos, define la misión de Jesús respecto a la humanidad oprimida y, por eso, está especialmente relacionado con el segundo aviso: y el que quiera entre vosotros ser primero tiene que ser esclavo de todos (v. 44). Si a sus discípulos Jesús les propone hacerse esclavos/siervos de todos, él, por su parte, está dispuesto a dar su vida para librar a los hombres de la esclavitud que sufren ("rescatar") y que les impide su desarrollo y crecimiento personal. "Dar la vida" es el caso extremo de servicio a los otros. En este segundo miembro se ofrece, pues, un argumento a fortiori del aviso anterior (v. 44): si el Hijo del hombre va a llegar a dar su vida por los oprimidos, no es mucho pedir a los discípulos que se hagan esclavos/siervos de ellos, para devolverles la dignidad que han perdido. Es más, siguiendo el ejemplo de Jesús, en el servicio que deben prestar a todos tienen que estar dispuestos a llegar, como él, hasta la entrega total.

Con esta declaración, Jesús advierte una vez más a los Doce que él no es el Mesías nacionalista destinado sólo a Israel y el que va a someter a los demás pueblos. Su misión, y en consecuencia la de sus seguidores, se extiende a los paganos, pero no para dominarlos, sino para darles la libertad ("rescatar").

El término "rescate" (gr. lytron), aplicable a los esclavos, está en oposición con los verbos "dominar" (gr. katakyrieuô) e "imponer su autoridad" (gr. katexousiazô), usados en el v. 42 para expresar la clase de dominio ejercido por los gobernantes paganos sobre sus súbditos. Esta oposición confirma que el verdadero Mesías no va a reducir a otros pueblos a la esclavitud, sino que va a procurar sacarlos de ella.

Jesús, el Hijo del hombre, que, por la plenitud del Espíritu de Dios que está en él (1,10), es el único hombre totalmente libre, se da "en rescate" para emancipar a los seres humanos oprimidos u esclavos que no pueden hacerlo por sí mismos (por todos, gr. anti pollôn). El texto no señala quién es el que los tiene esclavizados, no se interesa por la identidad del opresor, que puede ser cualquier persona o institución; todo el acento recae sobre la liberación que, con la entrega de su vida, va a llevar a cabo Jesús.

La metáfora del rescate parece implicar a primera vista que Jesús paga un precio a los que tienen al hombre como esclavo, pero en el lenguaje bíblico el término "rescate" se usa sobre todo para indicar la liberación que hace Dios de la esclavitud de Egipto y de la deportación a Babilonia, sin alusión alguna a que Dios haya tenido que pagar un precio por ellas.

De hecho, los dirigentes religiosos y políticos darán muerte a Jesús para impedir su actividad liberadora con el pueblo, sin darse cuenta de que, en virtud de esa muerte, los oprimidos/esclavos van a quedar libres y que ella va a ser, por tanto, el rescate de la humanidad. Sus enemigos creen quitarle la vida, pero, en realidad, él la da libremente y, con su entrega, ofrece a esos oprimidos la posibilidad de emancipación.

El "rescate" denota el primer paso en el proceso del desarrollo humano. Obtiene la libertad, condición indispensable para ese desarrollo, pero la labor del Hijo del hombre no termina ahí; a partir de ese punto, comienza el camino hacia la plenitud de vida. En otras palabras, el objetivo de Jesús no se limita a la liberación de las víctimas de los regímenes opresores, sino que mira a la potenciación de todos los seres humanos para que avancen hacia su plena realización.

El pronombre todos (gr. polloi, lit. "muchos") tiene la misma ambigüedad que en 10,32: "Pero todos (lit. "muchos"), aunque sean primeros, han de ser últimos, y esos últimos serán primeros". Los "muchos" son "todos" los hombres que respondan al ofrecimiento de Jesús. Es un "todos" potencial, puesto que a todos ellos se ofrece la liberación, y un "muchos" real, puesto que no todos la aceptan. En adelante, todos los seres humanos pueden llegar a ser libres; el serlo o no dependerá de la opción personal de cada uno.

LA BIBLIA


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