Cuando llegó el anochecer, salió fuera de la ciudad.
La estancia de Jesús en el templo se prolonga durante todo el día. A pesar de la reacción de los dirigentes, que podía preverse, Jesús no abandona la ciudad hasta el final de la jornada. Los dirigentes tienen miedo de él, pero él se siente seguro en medio de la multitud. Sin embargo, no pernocta en Jerusalén. No se dice esta vez que vaya a Betania (cf. 11,11), de la que se había alejado (cf. 11,12); se subraya, en cambio, que abandona la ciudad, para dar a entender el peligro que corre en ella y quizás también su distanciamiento de todo lo que Jerusalén representa.
No se mencionan los discípulos.
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