<<...al entrar en ella encontraréis enseguida un borrico atado que ningún hombre ha montado todavía; desatadlo y traedlo>>.
El borrico no está en un lugar recóndito, sino en un lugar público y bien accesible (al entrar en ella); puede ser encontrado sin esfuerzo por cualquiera.
La mención del borrico y la escena que sigue aluden al texto de >ac 9,9, que describe al rey-Mesías no violento: <<Mira a tu rey que llega, justo, victorioso, humilde, cabalgando un asno>>. La montura real era la mula (2 Sm 18,9; 1 Re 1,33-48); el borrico o el asco era la propia de un servidor (2 Sm 19,27; Mefibóset). El texto de Zacarías describe a continuación la acción de ese rey: "Destruirá los carros de Efraín y la caballería de Jerusalén; destruirá los arcos de guerra y dictará paz a las naciones; dominará de mar a mar, del Gran Río al confín de la tierra" (9,10). Será pacífico no sólo en su actitud contraria a la guerra, sino también en su actividad, destruyendo las armas, y su reino no se limitará a Israel, se extenderá a todo el mundo conocido. Es una concepción del Mesías diametralmente opuesta al nacimiento davídico tradicional.
Nunca había conocido Israel un líder que cumpliese esa profecía (que nadie ha montado todavía). La frase de Jesús es una denuncia de la historia pasada, siempre caracterizada por la violencia y el dominio. En semejante tradición de exaltación de la fuerza y el poder tenía necesariamente que oscurecerse la idea de Mesías propuesta por el texto profético.
Desatadlo y traedlo da relieve a la autoridad de Jesús. Actúa como si el borrico fuese suyo.
El sentido figurado de la escena, que Mc superpone a la narración, insinúa que los dos enviados, que ya deberían conocer la imagen del verdadero Mesías, repetidamente expuesta por Jesús, deben rescatar de la tradición de Israel la idea del mesianismo pacífico. De hecho, el borrico está "atado", es decir, este pasaje profético no puede ser utilizado, porque, de suyo, es ignorado en la teología oficial. Los enviados deben constatar, en primer lugar, que el mesianismo que Jesús representa se encontraba ya en los antiguos libros y, en segundo lugar, que la institución judía ha cribado el texto de la Escritura, seleccionando los pasajes que concordaban con sus propuestas nacionalistas y relegando al olvido otros que contradecían esa ideología. Se ve así el sentido del envío de los dos: deben constatar que el mesianismo expuesto por Jesús corresponde a datos de la Escritura. La predicción tan detallada que hace Jesús conviene más al sentido figurado del envío que a un suceso real y está en consonancia con la interpretación figurada de "la aldea".
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