domingo, 5 de mayo de 2024

Mc 12,18

 Se le acercaron unos saduceos, esos que dicen que no hay resurrección, y le propusieron este caso:

La ofensiva de los dirigentes como corporación ha terminado. Ahora se manifiestan las divisiones entre ellos. Al partido saduceo, integrado por la mayor parte de la aristocracia sacerdotal y laica residente en Jerusalén, pertenecían dos de los grupos que componían el Sanedrín: los sumos sacerdotes (el alto clero) y los senadores o ancianos (la nobleza seglar). Constituían, pues, la minoría rica y poderosa. Ambos, junto con los letrados o escribas (el tercer grupo), que eran del partido fariseo, formaban parte de la delegación oficial que había interrogado a Jesús sobre el origen de su autoridad (11,27).

El término "saduceo" deriva muy probablemente de Sadoq, el nombre de un sacerdote de Jerusalén que primero sirvió a David (2 Sam 8,17; 15,24-29; 20,25) y, después, tras el destierro de Abiatar, pasó a ser el sacerdote principal al servicio del rey Salomón (1 Re 1,1-2.35). Los saduceos se consideraban descendientes suyos y por eso se designaron como "los hijos de Sadoq", que representaban, desde Ezequiel (Ez 40,46), el linaje del sumo sacerdocio.

Los saduceos reconocían como autoridad vinculante solamente el libro de Moisés, es decir, el Pentateuco, concediendo a los escritos proféticos y al resto del AT una importancia secundaria. Rechazaban la jurisprudencia que los fariseos llamaban "tradición de los mayores" (cf. 7,5,8,13) y a la que atribuían autoridad divina, pues en esa tradición veían los saduceos una limitación innecesaria a su propia autoridad en el terreno jurídico y doctrinal. Eran abiertos respecto a la cultura helenística.

Como exponentes de una teología extremadamente conservadora, los saduceos no habían aceptado las ideas desarrolladas por el primer judaísmo y difundidas por la literatura apocalíptica acerca de la vida futura y la resurrección de los muertos, ajenas al Pentateuco y a muchos otros escritos del AT. Por eso, rechazaban la fe en la resurrección de los cuerpos y en la vida eterna, así como los premios y castigos entre buenos y malos, que se recibían en la vida futura. Según Hch 23,8, negaban la existencia de ángeles o espíritus. Afirmaban que hacer el bien o el mal depende de la elección del hombre. También, que Dios no ejerce influjo alguno sobre las acciones humanas y que sólo el hombrees causa de su propia fortuna o desgracia. Rechazaban la idea de que Dios interviniese en asuntos humanos.

Para quien no cree en la vida futura, el valor supremo es la presente. Como los saduceos no veían en la Escritura la noción de una vida después de la muerte, su horizonte era esta vida, y en ella procuraban mantener su posición de privilegio. Su pecado era el materialismo, pues sus objetivos en la vida eran el dinero y el poder, anejos al rango que ocupaban. En suma, la ideología saducea, aunque en teoría no negase la existencia de Dios, desembocaba en un ateísmo práctico.

Desde el punto de vista político eran partidarios del orden establecido, en el que tenían un papel hegemónico, y colaboracionista con los romanos, con los que mantenían un difícil equilibrio de poder.

Los saduceos que se acercan ahora a Jesús vienen caracterizados en el texto como gente que niega la resurrección. Quieren aprovecharse de la autoridad de Jesús y de su influjo sobre el pueblo para desacreditar a los fariseos, sus adversarios políticos y religiosos, que sí creían en la resurrección al final de los tiempos, y, de paso, a cuantos participaban de esta creencia. Van a proponer a Jesús la cuestión crucial del destino final del hombre. El uso del presente histórico (lit. "se le acercan") es indicio de que la cuestión planteada por los saduceos seguía teniendo vigencia en la época de Mc.

LA BIBLIA

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