Maestro, Moisés nos dejó escrito: <<Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero no hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano>>. Había siete hermanos: el primero se casó y murió sin dejar hijos; el segundo se casó con la viuda y murió también sin dejar descendencia, y lo mismo el tercer; y ninguno de los siete dejó descendencia. Última de todos, también la mujer murió. En la resurrección, cuando resuciten, ¿de cuál de ellos va a ser mujer, dado que los siete la han tenido por mujer?
Se dirigen a Jesús llamándolo Maestro (cf. 12,14), es decir, reconociéndole autoridad para resolver el caso que le proponen, una cuestión de escuela. Mc no los presenta con mala intención respecto a Jesús, pero va a hacer que, con su pregunta, que, sin duda, refleja una larga controversia con los fariseos, revelen su modo de pensar, el de los dirigentes del templo. Lo mismo que la actitud profunda de los fariseos se había revelado en la contumacia (10,5), la de los saduceos va a serlo en el materialismo, que deriva de su falsa idea de Dios, idea que los lleva a aprovecharse de este mundo y, con ello, a explotar al pueblo, utilizando el templo y al mismo Dios como instrumento de dominio y explotación (11,17: "cueva de bandidos").
Ellos, los saduceos, sostienen que todo acaba con la muerte. El caso que proponen a Jesús demostraría lo absurdo de la creencia en la resurrección, sostenida por los fariseos, quienes concebían la vida futura como una continuación de la vida mortal. Emplean un argumento ab absurdo.
Comienzan mencionando la ley del levirato, instituida por Moisés, a quien nombran al principio, para prevenir cualquier posible conflicto entre Moisés como legislador y Jesús como maestro. De hecho, en la frase Moisés nos dejó escrito, el pronombre nos abarca a todo el pueblo judío, incluido Jesús. Suponiendo que Jesús no rechazará la autoridad de Moisés, proponen a continuación el caso que haría ridícula la doctrina farisea. Según ellos, existe una oposición entre lo dispuesto por Moisés y esa doctrina posterior. Pretenden demostrar que la doctrina de la resurrección va contra la Escritura, haciendo ver la incompatibilidad de la Ley de Moisés con el caso que ellos describen.
El texto que citan se basa en Dt 25,5-10, con reminiscencias de Gn 38,8. Si un hombre moría sin haber tenido hijos, el precepto mosaico obligaba al hermano del difunto a casarse con la viuda, para procurar descendencia a su hermano; se trataba de hijos varones, pues sólo a través de ellos se perpetuaba la familia, el apellido. Si el hermano del difunto se negaba a cumplir con su obligación, podía ser dispensado de ella, pero era sometido a una ceremonia humillante, en la que la viuda le quitaba en público la sandalia.
Después de mencionar el precepto mosaico, pasan a exponer el caso, sin la menor duda teórica, que proponen a Jesús: el de los siete hermanos que se van casando sucesivamente con la misma mujer, a medida que cada uno muere sin dejar descendencia. Los tres primeros hermanos son mencionados uno detrás de otro (el primero... el segundo... y lo mismo el tercero); después, una vez que el asunto ha quedado suficientemente claro, se resume todo el proceso en una sola frase (y ninguno de los siete dejó descendencia). Finalmente, para introducir la pregunta capciosa, empiezan con una frase temporal: En la resurrección, que señala una fecha única y futura para todo el género humano, "el día de la resurrección". El inciso cuando resuciten puede expresar escepticismo. La pregunta misma: ¿de cuál de ellos va a ser mujer?, se enuncia en futuro, en consonancia con la frase introductoria (En la resurrección). Por último, para subrayar lo absurdo de la doctrina farisea, añaden: dado que los siete la han tenido por mujer. El presupuesto de todo el caso es que la condición del hombre y la mujer en la vida futura va a ser una prolongación de la que han tenido en la vida presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario