Se le acercó un letrado que los había oído discutir; viendo lo bien que les había respondido, le preguntó: <<¿Qué mandamiento es el primero de todos?>>
Siguen presentes los interlocutores de Jesús en las dos controversias anteriores (12,13-17.18-27). Hasta ahora se han presentado grupos (fariseos, herodianos y saduceos); ahora lo hace un individuo, un letrado u escriba, especialista en la interpretación de la Ley, que, según el esquema de Mc, es fariseo (cf. 2,16) y forma parte del círculo de los adversarios de Jesús (11,27b).
El letrado se adelante y se dirige a Jesús (Se le acercó). Es un canonista insatisfecho con la doctrina dominante. No pretende comprometer a Jesús, pero, viendo la maestría con que éste interprete la Escritura, quiere saber lo que opina sobre una cuestión difícil (le preguntó...). La forma como Mc introduce el episodio: acercamiento del personaje a Jesús y pregunta a éste (gr. proselthôn... epêrôtêsen auton), en paralelo con 10,2 (los fariseos se acercan y le preguntan: gr. proselthontes... epêrôltôn auton) y 12,18 (los saduceos se acercan a él y le preguntan: gr. erkhontai... pros auton...epêrôton auton), indica que, como en aquellas ocasiones, la cuestión planteada ahora abora un problema debatido entre las diferentes escuelas teológicas del judaísmo de la época.
Para dirigirse a Jesús, el letrado no usa ninguna fórmula de cortesía; al contrario que los grupos anteriores (12,14.19), no abre su pregunta llamándolo <<Maestro>>. Este hecho y su posterior aprobación entusiasta de la respuesta de Jesús (v. 32), indican que tiene ya formada su opinión sobre el tema de su pregunta y quiere ver si la de Jesús coincide con la suya. Jesús ha estado brillante en su controversia con los saduceos, como el mismo letrado lo reconoce (viendo lo bien que les había respondido). Si lo llamara <<Maestro>> al principio, tendría que aceptar o, al menos, respetar la opinión de Jesús, aunque fuera contraria a la que él mantiene. Por eso se reserva el designarlo así; le dará o no el título de <<Maestro>> una vez oída su respuesta.
La objetividad de este hombre en su juicio sobre la actuación de Jesús con los saduceos, que ha corregido al mismo tiempo la idea de los fariseos sobre la resurrección, es la que le permite acercarse a él. Sabe ver los hechos como son; no tiene lealtades que estorben su visión de la realidad.
El fondo de su pregunta es éste; según la tradición de Israel, ¿qué es lo más importante para Dios?, ¿cuál es la expresión suprema de su voluntad y, por lo tanto, lo primario en el comportamiento del hombre?.
La cuestión era debatida en las escuelas. Los rabinos contaban en la Ley 613 mandamientos. Prevalecía la opinión de que el precepto del sábado tenía él solo tanto peso como todos los demás mandamientos de la Ley juntos. La pregunta del letrado se plantea de modo teórico; pretende que Jesús, tan acertado en sus respuestas, tome posición en este debate.
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