Esos tales recibirán una sentencia muy severa.
A toda esta exterioridad que encubre la injusticia anuncia Jesús un juicio muy severo, porque lo importante es el amor a Dios y al prójimo (cf. 12,33), no ostentar una piedad que acaba en hipocresía.
Su sentencia está en relación con lo dicho en la parábola anterior (12,1-12): no dan fruto para Dios e impiden que la viña lo dé. A esta infidelidad a Dios corresponderá la intervención del dueño de la viña (12,9), en particular contra la clase dirigente y la institución. Dios va a rechazar a éstos con especial severidad.
Por una parte, no hay que aceptar la enseñanza de individuos que se comportan así; por otra, su apariencia de virtud es falsa. Si es capaz de ver estos hechos, el pueblo no se dejará guiar por gente a la que Dios se enfrenta.
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