sábado, 8 de junio de 2024

Mc 13,14a

 <<Cuando veáis que el execrable devastador ha puesto el pie donde no tiene que hacerlo -téngalo presente el lector->>,...

La frase introductoria anuncia un hecho futuro: la presencia del execrable devastador (cf. Dn 9,27; 11,31; 12,11; 1Mac 1,54), que podrá ser vista por los destinatarios del discurso (veáis). El hecho sucederá en un momento indeterminado durante la vida mortal de los miembros del grupo de discípulos.

Lo que va a ser objeto de visión son los sucesos anunciados en la primera parte (13,7a), que concernían a la inminencia de la destrucción. Vuelve, pues, el tema de la invasión militar de Palestina por parte del ejército romano.

El objeto de la visión está descrito con tres rasgos: 

a) un agente: el execrable devastador;

b) su posición: ha puesto el pie;

c) una valoración negativa de que ocupe ese lugar: donde no tiene que hacerlo.

Execrable denota la reacción subjetiva ante lo "impuro, inmundo", y en el AT se refiere específicamente a los ídolos y ritos idolátricos (Dt 7,25s; 12,31; 13,15, etc.) y, más en general, a los paganos sin Ley (2 Mac 6,9).

Devastador indica la actividad del sujeto y anuncia su resultado, es decir, describe su programa de acción. "Devastar" (en gr., derivado de erêmos, "desierto") equivale a suprimir la población o sociedad existente en un lugar. Donde había condiciones para la vida social, dejará de haberlas. Incluye el uso de la "violencia".

La devastación corresponde, como resultado, a lo predicho por Jesús acerca de los edificios del templo (13,2); como proceso, a "las batallas", antes mencionadas (13,7). El devastador corresponde a la nación que insurge contra la nación judía (13,8). Designa, pues, a un sujeto personal (ha puesto el pie, en gr., masculino), pagano, individual o colectivo, cuyo programa consiste en destruir la vida social de la nación judía y que está capacitado para llevarlo a cabo. Representa, pues, al ejército romano o a su jefe (pagano = impuro), que invade y asola la tierra de Palestina.

El ejército romano se ha situado en un lugar donde no tenía que hacerlo. Como se ha explicado ya, "tener que" denota necesidad (13,7), que puede ser antecedente o consecuente, según responda al plan de Dios o bien se deba inevitablemente a la oposición a él por parte de los hombres. En este caso, el evangelista lo expresa en modo negativo: no tenía que hacerlo. Dado que Mc ha afirmado antes la necesidad de los sucesos, consecuencia de la infidelidad del pueblo judío (13,7), lo que ahora excluye es la necesidad antecedente: la invasión no es parte del designio divino.

Interpreta así Mc la frase de 12,9, en la parábola de la viña: "Irá a acabar con esos labradores", que según el estilo profético, atribuye a la acción de Dios las consecuencias o efectos de las malas opciones del hombre. En la parábola, la lógica narrativa forzaba a adoptar ese estilo. Aquí, en cambio, se muestra que, por haber rechazado el programa divino de salvación, la nación judía ha provocado consecuencias históricas que Dios habría querido evitar. La invasión de esta tierra, destinada por Dios a Israel, no será un castigo divino, pues no concuerda con el plan de Dios (donde no tiene que hacerlo); al contrario el inciso insinúa el pesar de Dios por lo que sucede será consecuencia histórica de una actitud y conducta. Ésta se formula teológicamente como infidelidad a Dios; antropológicamente, como injusticia con el hombre (cf. Is 5,7; Jn 7,9s Mc 12,1-9). La injusticia era practicada y estaba legitimada por la institución religiosa (11,17: "cueva de bandidos"). El ansia de poder y la violencia interna del sistema se proyectaba hacia fuera como un nacionalismo orgulloso y violento, deseoso de afirmar su superioridad. Esto suscita en la potencia dominante una reacción paralela de violencia. Es esta dialéctica histórica la que los lleva al desastre.

Mc intercala un aviso al lector (téngalo presente el lector), es decir, a todos aquellos que lleguen a conocer su escrito antes que se cumpla la predicción; quiere mantener viva su atención a los sucesos, para que, cuando empiecen a producirse actúen sin tardar. El que recibe esta información ha de tener en su mente el anuncio para, en cuanto le llegue noticia de ese acontecimiento, saber interpretarlo y poner en práctica las instrucciones.

Puede sorprender la designación "el lector". Con ella, el evangelista no se dirige a los discípulos que escuchan a Jesús, sino a un círculo tan amplio como el de los que puedan llegar a conocer su escrito antes que la predicción se cumpla. Éstos no pertenecen a la generación de los discípulos de la primera hora, sino a la de la comunidad de Mc y a la de un tiempo posterior.

LA BIBLIA

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