...<<entonces, los que estén en Judea huyan a los montes, el que esté en la azotea no baje para entrar y coger algo de su casa, y el que esté en el campo no vuelva atrás para coger su manto>>.
La primera exhortación urge a que, en cuanto se perciba la presencia del devastador, se huya sin demora de Judea, porque no hay esperanza de salvación para Jerusalén. Es la única reacción apropiada para el momento de la invasión.
El desplazamiento precipitado propio de la huida corresponde al inminente peligro de la invasión y a su carácter irresistible, simbolizado antes por los "terremotos" (13,8).
La huida significa renunciar a toda resistencia, reconocer la inevitabilidad de la ruina. El hecho de que puedan huir indica que no ha comenzado aún el cerco de la capital. La exhortación a la fuga implica que los seguidores de Jesús no son responsables de la calamidad y no tienen por qué ser sus víctimas.
Sólo los que estén en Judea deben huir. Esto significa que el ejército invasor va camino de Judea, provincia donde se encontraba Jerusalén. La exhortación de Jesús se dirige a cualquiera de sus seguidores que esté en Judea, pertenezca o no al círculo de discípulos. El paso a la tercera persona (los que estén, el que esté) muestra, por una parte, que en tiempo del evangelista existían comunidades fuera de Judea y que éstas no corrían peligro.
La exhortación a abandonar Judea y, con ella, Jerusalén, contrasta con las que se encuentran en los textos proféticos, en los que Judá y Jerusalén aparecen como el refugio de los fugitivos que huyen del agresor. (cf. Is 16,1-5; Jr 4,5s; Zac 2,8-11). En cambio, en este pasaje de Mc, la exhortación a la huida recuerda las que hacían los profetas a salir de Babilonia, ante la inminente ruina de su imperio (Is 48,20; Jr 51,6.45). Judea y Jerusalén no ofrecen ahora ninguna protección; hay que huir de ellas, porque les llega la ruina, como en otro tiempo a las grandes metrópolis paganas y opresoras del pueblo escogido.
El texto parece aludir también a Gn 19,17 (LXX), pasaje donde los ángeles exhortan a Lot a ponerse a salvo de la ruina que amenaza a Sodoma y Gomorra: "no vuelvas la vista atrás... ponte a salvo en el monte". De hecho, dos términos coinciden con los de Mc: "atrás" (gr. eis ta opisô) y "el monte/los montes", y hacen probable la alusión. Para Mc, Jerusalén, además de opresora como Babilonia, es una ciudad impía y corrompida comparable a Sodoma y Gomorra (cf. Dt 29,21-24; 32,32; Is 1,10). Ésta es la causa de su destrucción.
La frase el que está en la azotea connota la estancia en una ciudad o pueblo; el que está en el campo equivale en este pasaje a estar en el trabajo, fuera de un centro habitado. Cualquier dilación de la huida, aun mínima, podría ser fatal (no baje, no vuelva atrás). Lo único que hay que apresurarse a salvar es la vida misma. No se señala preocupación alguna por la suerte de otras personas: cada uno ha de atender a su propia salvación. Es otra manera de subrayar el peligro y la urgencia.
Entre esta exhortación y la siguiente (vv. 21-22) se coloca el centro de la unidad (vv. 17-20), que describe la ruina. La fórmula <<en aquellos días / esos días>> (v. 19) recorre el trozo, indicando un período de tiempo dentro del cual tendrá lugar, como su culminación, la destrucción del templo.
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