<<y entonces enviará a los ángeles y reunirá a sus elegidos de los cuatro vientos, del confín de la tierra al confín del cielo>>.
La locución temporal y entonces, paralela a la del v. 26, indica simultaneidad con ella o inmediata sucesión. La llegada del Hijo del hombre no presenta rasgo alguno de violencia o castigo. El Hijo del hombre no llega como juez ni su actividad afecta a la humanidad entera. Es más, ni siquiera interviene en la historia humana; la labor en la historia corresponde ahora a los suyos (13,10); su único objetivo es reunir a sus elegidos.
Los testigos de la llegada (los poderes opresores) (v. 26) y los beneficiarios de la reunión (los elegidos) están correlacionados: son los perseguidores y los perseguidos, los que han dado muerte y los que la han sufrido. Los primeros percibirán en su misma ruina el triunfo del Hijo del hombre; los elegidos, la vida de la que es portador. La llegada visible representa la reivindicación de los perseguidos ante los perseguidores; la reunión de los elegidos, la permanencia de la vida y la incorporación de los perseguidos al reino definitivo.
El triunfo es perceptible, pues corresponde a la caída de los poderes; la reunión de los elegidos, en cambio, no lo es y, según eso, no se mencionan espectadores. Hay, pues, manifestación y, al mismo tiempo, actividad oculta, indicando dos planos de realidad.
No hay mención de los ángeles en la escena de la llegada (al contrario en 8,38). Sólo se habla de ellos en la escena de la reunión, donde aparecen de improviso. Nueva muestra del carácter figurado de las escenas descritas.
Ya se ha visto en el evangelio la identificación de ángeles con hombres y la equiparación a "ángeles" de los que han obtenido la resurrección (12,25). Es una manera de designar a los seguidores de Jesús que han llegado a la meta (cf. 8,38 Lect.). El envío de los ángeles está en paralelo con el envío de los discípulos en el cuerpo del evangelio (cf. 3,14; 6,7; 11,1; 14,13). Reunir a los elegidos es, por tanto, la última misión de los seguidores de Jesús: los que le ayudaron a realizar su obra le ayudan a recoger el fruto. Como la llegada del Hijo del hombre, también esta reunión tendrá lugar cada vez que se verifique <<la caída de las estrellas>>.
El verbo "reunir" (gr. episynagô), usado aquí por Mc, es el que el AT emplea, normalmente, para referirse a la reunión de las naciones paganas (cf. Mq 4,11; Hab 2,5; Zac 12,3; 14,2; Dn 3,2 LXX). Aunque Mc no alude a textos particulares del AT no hay duda de que, siguiendo el uso casi constante de los profetas, asocia "reunir" con "las naciones". Traslada, pues, el tema de la reunión de Israel a la reunión de hombres de cualquier procedencia.
Se trata, por tanto, de congregar en el lugar donde se encuentra el Hijo del hombre a los que estaban dispersos. La misión de los "ángeles" es, pues, una obra de integración en la comunidad definitiva, cuyo centro es el Hijo del hombre en su realeza y condición divina.
"Los elegidos" que son reunidos en este pasaje no se identifican con los de 13,20.22. Aquellos eran los elegidos de Yahvé, los que se habían mantenido fieles a la alianza mosaica; habitaban en Judea, y sufrían la invasión romana. Ahora se trata de los elegidos del Hijo del hombre, es decir, de los hombres de cualquier nación que han recibido el evangelio proclamado a todas las naciones (13,10) y han sido fieles al mensaje de Jesús, los que lo han proclamado y a los que lo han aceptado y hecho suyo en cualquier lugar del mundo. Son los que han aceptado "el trago/la copa" (cf. 10,38), es decir, los que han resistido hasta el fin (13,13). Son la nueva humanidad.
Los que han dado la vida la encuentran en la llegada del Hijo del hombre, expresión del amor del Padre y suyo. La reunión de los elegidos es el término de su salvación. Se va constituyendo "el fin" o estado utópico, la fase definitiva del Reino, más allá de la historia.
No se menciona la resurrección de los elegidos antes de su reunión; se habla de ellos, sin embargo, como de hombres vivos. En contexto de mundo pagano, Jesús no utiliza el término "resurrección", perteneciente a la cultura judía; expresa la misma realidad afirmando simplemente la continuidad de la vida.
La expresión de los cuatro vientos (cf. Dt 28.64; 30,4), es decir, de los cuatro puntos cardinales, denota la extensión de la tierra entera. La expresión de Mc se encuentra en Zac 2,10, a propósito de la reunión de Israel que huye de Babilonia. En Mc se aplica a los nuevos elegidos, a los seguidores de todas las naciones. Esta reunión corresponde a los lugares dispersos donde se ha proclamado la buena noticia. Desde todas partes se realiza la reunión hacia el Hombre-Dios, centro de la humanidad salvada.
La expresión de los cuatro vientos está amplificada por otra: desde el confín de la tierra al confín del cielo. Se trata de una expresión compuesta. En el AT se encuentran dos expresiones diferentes: "de confín a confín de la tierra" (Dt 13,8), para designar la extensión que ocupan los pueblos paganos (cf. Dt 28,64). La expresión paralela "de confín a confín del cielo" aparece en Dt 30,4, indicando el lugar hipotético de la dispersión de los israelitas, desde donde Dios los reuniría en "la tierra".
La expresión que utiliza Mc, inexistente en el AT, parece sintetizar los dos aspectos contenidos en los textos citados del Dt: por una parte, los que se encuentran en toda la extensión de la tierra son los pueblos paganos; por otra, los que vienen de todo el horizonte del cielo son los que el Señor reúne en la tierra prometida. Se tiene, pues, aquí una síntesis que indica un nuevo pueblo elegido -dimensión comunitaria- procedente de todas las naciones y que está destinado a la tierra definitiva. Ésta existe donde se encuentra la persona del Hijo del hombre.
Puede preguntarse por qué no utiliza Mc en este pasaje la expresión "el reino de Dios" para indicar su etapa definitiva, ya que la ha usado para denotar su etapa terrestre. Puede explicarse el hecho teniendo en cuenta la entronización del Hioj del hombre a la derecha de Dios (14,62; cf. 12,36), donde comparte su realeza. Para Mc, el reino definitivo no es ya el reinado de Dios solo, sino el de Dios y del Hombre. La denominación "el reino/reinado de Dios" designa, por tanto, su etapa terrestre. La etapa definitiva es el reinado compartido con el Hijo del hombre y con los que lo sigan hasta el fin.
No hay comentarios:
Publicar un comentario