jueves, 4 de julio de 2024

Mc 14,22

 Mientras comían, tomando en la mano un pan, pronunció una bendición, lo partió y se lo dio a ellos, diciendo: <<Tomad, esto es mi cuerpo>>.

La repetición de la circunstancia: mientras comían, conecta esta escena con la anterior (14,18: "mientras estaban recostados comiendo"), pero, al mismo tiempo, indica un nuevo principio. Estamos ante una escena distinta, colocada en la segunda parte de la cena pascual.

En la comida, Jesús ejecuta los gestos propios del que preside el banquete, que, en la cena pascual, era el padre de familia. En primer lugar, coge o toma en su mano un pan. La palabra griega para "pan" (artos) significa normalmente pan fermentado. En la cena pascual se comían panes sin levadura, pues tenía lugar el primer día de los Ázimos (14,12); pero Mc no asimila la cena de Jesús a la cena pascual judía y evita las coincidencias. De hecho, no menciona ningún alimento propio de ella. Jesús no está celebrando la antigua Pascua, sino sustituyéndola por la suya.

La acción siguiente consiste en pronunciar una bendición. Jesús bendice a Dios por este pan, como lo había hecho con los panes del primer reparto (6,41). Vincula así el pan con Dios creador, quien con el alimento da vida al hombre, y lo proclama don suyo.

A continuación, Jesús parte el pan en trozos y lo distribuye a los presentes. Hasta aquí cumple los gestos propios de una comida en común. Pero, en este momento, introduce un elemento insólito. En la comida judía, se distribuía el pan sin decir nada. Jesús en cambio, invita a aceptarlo: Tomad. Respecto al modo ordinario, la invitación delata un interés especial en que este pan sea hecho propio por cada uno. La razón de este interés quedará patente con la explicación que sigue sobre el significado del pan.

Lo mismo que la invitación, tampoco las palabras explicativas (esto es mi cuerpo) tienen paralelo en la cena judía. Para comprender su sentido, hay que considerar el significado del término "cuerpo" (gr. sôma) en la cultura judía del tiempo. "Cuerpo" designaba la persona misma en cuanto era identificable y capaz de comunicación y actividad. Por tanto, según las palabras de Jesús, el pan que ha cogido y distribuido representa a su persona viva y activa, en su condición histórica, tal como la conocen los discípulos. Dado que Jesús está presente físicamente, la identificación del pan con su persona no puede ser más que simbólica. El pan, en cuanto alimento (= vida), representa a Jesús.

En el contexto judío, sin embargo, el pan tenía un significado más allá de su realidad material. De hecho, era metáfora de la Ley, pensando que ésta, en cuanto norma de conducta, alimentaba y daba vida al hombre. En este sentido metafórico, la vida que da el pan rebasa la vida física e incluye la que viene de Dios. Ahora bien, al identificarse con el pan, Jesús toma el puesto de la Ley; ésta, en cuanto alimento y norma de vida, queda sustituida por él mismo; él es la norma, el único pan capaz de dar vida plena. Lo que da vida al hombre no es ya un código escrito, sino la asimilación a la persona de Jesús ("comer de su pan").

Aparece ahora el verdadero sentido de la invitación: Tomad. Jesús, que ha convivido con los Doce y actuado en su presencia, les urge a que lo acepten a él como norma de vida y continúen su actividad salvadora. En el episodio de la convocación de los Doce (3,13-19), Jesús invitó a los discípulos a "estar con él" de una manera plena, es decir, a una identificación con su persona y mensaje, y los destinó a una misión universal. Es esto lo que debe verificarse por la aceptación del pan, que es, además, el único necesario para afrontar la misión cristiana (8,14: el único pan en la barca). La aceptación de este pan, con el que Jesús se define como norma de vida, no sólo creará una comunión entre el discípulo y Jesús, va más allá: implica una voluntaria asimilación a Jesús y un compromiso de vida que transforman al hombre.

Jesús les dio el pan a ellos. La entrega de Jesús a cada uno es la muestra palpable de su amor, que no queda en lo abstracto, sino que tiene por objeto cada individuo en particular. El pan que está en la mano de Jesús (tomando en la mano un pan) deberá estarlo en la de cada uno de los discípulos (tomad). El paralelo entre tomando en la mano (gr. labôn) y tomad (gr. labete), expresado en el texto griego con el empleo del mismo verbo (lambanô), sugiere que Jesús invita a sus discípulos a aceptar la realidad personal de él y a traducirla en su vida. Este pan es solamente para los suyos; con "los de fuera", toca a los discípulos dar del suyo propio.

La perícopa está, por tanto, en relación con el doble relato del reparto de los panes y los peces (6,35-44; 8,1-9), que expresa figuradamente el programa mesiánico de Jesús, común para judíos y paganos. En ellos, los panes y los peces representaban todo lo que tenían los discípulos (6,38; 8,5.7). En los dos repartos, Jesús entregó los panes a éstos "para que los sirvieran" a la multitud (6,41; 8,6). Allí los discípulos alimentaban a "los de fuera", aquí Jesús alimenta a los suyos; va a darles su pan para hacerlos capaces de aquella generosidad y de aquel servicio.

Crea así Jesús la cadena del amor en el servicio; él es el centro y el origen de una actividad de amor que va alcanzando a la humanidad entera (judíos y paganos). Al tomar su pan, la comunidad se asimila a él y, con su tarea de servicio a todos, actualiza la presencia de Jesús en el mundo.

En dos pasajes de Mc se describe una comida de Jesús con seguidores suyos: el primero, en 2,15-17, donde se mencionaba dos veces (2.15.16) que comía con recaudadores y pecadores (excluidos de Israel), aunque los discípulos tuvieron prioridad en la mesa; el segundo, en éste de la Cena (14,18a.22), donde se menciona la presencia de los Doce/los discípulos. Pero esta presencia, a la luz de 2,15, no es exclusiva, sino solamente prioritaria, anticipando la futura incorporación de los seguidores no israelitas.

Confirma esta conclusión el episodio de la sirofenicia (7,24-30 Lect.), donde Jesús habló de "el pan de los hijos" (7,27), afirmando que son éstos los que deben saciarse "primero" de ese pan. Anunciaba así la extensión de la eucaristía a todos sus seguidores.

Por otra parte, la aceptación del pan corresponde a la primera condición del seguimiento (8,34: "reniegue de sí mismo"), que implicaba un cambio total de valores, una renuncia a los ideales, ambiciones y conductas contrarias a la justicia. Allí Jesús la enunciaba en negativo ("renegar"), aquí en positivo ("tomar su pan"): hay que asimilarse a él, identificándose con su persona y mensaje.

Sin embargo, sorprendentemente, Mc no señala que los discípulos coman el pan; sólo indicará que beben de la copa (14,23b). El hecho bebieron todos será el cumplimiento de este tomad, el signo de que el compromiso es pleno y definitivo. Figuradamente, tomar el pan se realizará al beber de la copa.

LA BIBLIA

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