También los que estaban crucificados con él lo ultrajaban.
El tercer grupo que insulta a Jesús es el de sus compañeros de suplicio, los <<bandidos>>, cuyo ideal era conquistar el poder derribando a los que lo detentaban. Para ellos, la cruz es sólo muerte, y por eso se rebelan contra Jesús, cuya crucifixión ha acarreado la de ellos. Lo ultrajan por no haber sido capaz de liberar a los judíos de la opresión de los romanos; es un mesías fracasado. Están unidos a él solamente en el fracaso. Con la muerte, todo se les acaba.
Los tres grupos representan la totalidad de Israel: los sumisos al poder, los círculos de poder y los rebeldes que aspiran a conquistar el poder. Toda la sociedad está contra Jesús, "los hombres" o pecadores en todas sus manifestaciones, todos los que aspiran a los valores de este mundo: ganar el mundo entero (cf. 8,36); no hay más realidad. Jesús está solo: todos rechazan a un Mesías que no se impone sobre sus adversarios.
De ahí la angustia de Jesús en Getsemaní: su muerte, en vez de servir para salvar a Israel, va a cegarlo definitivamente, porque Israel espera un Mesías triunfador y no aceptará nunca uno como Jesús.
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